“Pasiones de un hombre bueno” viene en una hermosa edición; bajo el formato de un cuaderno a rayas, sus páginas acentúan el tono predominante en el más reciente libro de Francisco Febres Cordero: un viaje no convencional por la vida de Benjamín Carrión desde intimidad familiar y el dictado de los afectos.
La obra se halla a distancia del pretencioso y acartonado examen académico del trayecto vital de un gran personaje y más cerca de una entrañable evocación testimonial. El autor advierte que se halla escrita desde la admiración y el cariño y su intención de que esa vida sirva como ejemplo para los días actuales “tan llenos de odio, tan llenos de envidia, de falta de generosidad, de personalismo, trapacerías y abyecciones”.
Dos tiempos y puntos de vista se alternan en la composición del texto: uno, con relativa sujeción al orden cronológico, que narra vida y obras de Carrión y elige la tercera persona; y otro, con el orden aleatorio de los recuerdos, que relata desde la primera persona la relación del autor con Carrión y su entorno familiar.
¿El resultado? Más de 130 páginas que se leen con enorme interés y en las cuales no solo se revive el trayecto del intelectual, el ensayista, el crítico literario, el novelista, el escritor, el creador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, sino que se ahonda en la vida de un gran ser humano. Quizás esta es la cualidad más difícil de lograr en una biografía: la revelación del fondo íntimo del personaje y sus circunstancias vitales. El Pájaro Febres Cordero logra esa revelación con la fuerza, la claridad, la intensidad y su alto vuelo de gran escritor.
Son notables las páginas en las que cuenta las historias de los hermanos de Benjamín, el enamoramiento y matrimonio de él con Águeda, la Mamaniña, y el viaje de los dos desde su Loja natal a Quito; el primer desplazamiento a Europa, la relación de Carrión con grandes figuras intelectuales de nuestra América y el mundo; sus obras críticas, el regreso a la patria, el amor por México; sus participaciones políticas y de servicio al país, los apresamientos y ataques, el destierro, las luchas en el periodismo y la militancia política socialista…
Todo ello relata con una amplia información documental. Pero quedan sobre todo en la memoria del lector páginas como las de la afición de Carrión por el ajedrez, o el interés con el que sigue alguna telenovela o su conocimiento acerca de box; o el detalle y amor con los que decora las casas que construye o restaura y a las que se muda, o la imagen del generoso abuelo que de sus numerosos viajes siempre llega con algún regalo para sus nietos…
Amor por su país, por la cultura, por la libertad, por la justicia. Estas “Pasiones de un hombre bueno” son de lectura necesaria en estos tiempos de pasiones tan bajas y tan faltos de bondad.