El presidente Moreno se atrevió a eliminar el 1 de octubre los subsidios a la gasolina extra y ecopaís y al diésel, pero enfrentó una reacción en la que también se montaron quienes quieren recuperar el poder a cualquier precio. El Ecuador intenta recobrar la normalidad después de una violencia no vista en su historia contemporánea, pero es necesario hacer un recuento urgente sobre los héroes y los villanos.
Para empezar, se daba por hecho que el objetivo plausible de reducir el déficit fiscal a través de la eliminación de unos subsidios regresivos -solo uno de cada 20 dólares destinados a subsidiar combustibles llegan a los más pobres- había sido debidamente analizado y explicado. Pero después de decenas de meses y mesas de diálogo, resulta que el domingo 13 se inauguró el diálogo nacional…
Cuando se habla de fallas en los reportes de Inteligencia, supongo que se habla también de la falta de inteligencia política para saber lo que se sentía y sucedía -usando la jerga compartida por algunos de los actuales ministros- ‘en territorio’. Parece que solo se exploró algunas oficinas de políticos amigos, y ni siquiera lo suficiente, a juzgar por las primeras reacciones del socialcristianismo.
Y qué decir del desconcierto en la Asamblea Nacional, en donde las reacciones del presidente César Litardo dejan mucha tela para cortar, igual que las declaraciones de la expresidenta Elizabeth Cabezas, cuestionando las medidas. Parece que la gobernabilidad de la que tanto se habla y por la cual tantas concesiones se hacen, no está bajo control. Eso para no entrar en la conocida intención del correísmo de desestabilizar al ‘traidor’.
El resultado es que se puso en peligro al Presidente y al final se lo dejó frente a los indígenas en el inicio de un ‘diálogo’ que tuvo mucho de imposición de sus dirigentes. Desde el 13-O todos apoyamos la ‘paz’, la misma ‘paz’ frágil de la que disfrutábamos antes de las medidas. Hay motivos para felicitar al equipo que logró tanto en tan poco tiempo.
Dentro de todo lo malo, grave y enojoso que vivimos en estos días, la única ganancia verdadera pudiera ser que los ecuatorianos hayamos sido capaces de darnos cuenta de que debemos dar nuestro aporte para una sociedad menos desigual; que no debiera ser necesario que los problemas nos exploten en la cara para enfrentarlos de una vez por todas.
Si nos hiere la actuación de dirigentes irresponsables como Jaime Vargas, debiéramos saber que es urgente acabar con las condiciones que hacen posible el populismo en todas sus formas, incluidas las de la violencia organizada en nombre de proyectos como el del Socialismo del Siglo XXI. Pero insistimos en voltear la espalda en cuanto pasa el susto.
La reforma tributaria será un nuevo termómetro, y Moreno deberá insistir en eliminar los subsidios y compensar. No necesitamos esperar las presidenciales para elegir.