Nouriel Roubini
PROJECT SYNDICATE
En el clásico “juego del gallina”, dos automovilistas corren directamente el uno hacia el otro, y el primero que se desvía para evitar el choque es el “perdedor”. Pero si ninguno se desvía, es probable que los dos mueran. El estudio de esta clase de situaciones se ha usado para evaluar los riesgos de las rivalidades entre grandes potencias. Por ejemplo, en el caso de la crisis de los misiles cubanos, las dirigencias de la Unión Soviética y de Estados Unidos tenían que elegir entre perder el honor o arriesgarse a una colisión catastrófica.
Hoy en el mundo se desarrollan varios juegos del gallina de carácter geoeconómico. En cada caso, si no se encuentra una solución habrá un choque entre ambas partes, y el resultado más probable será una recesión global y una crisis financiera. El primero y más importante es el conflicto comercial y tecnológico entre Estados Unidos y China. El segundo es la disputa que se está gestando entre Estados Unidos e Irán. Luego en Europa tenemos la escalada del juego de nervios entre el primer ministro británico Boris Johnson y la Unión Europea en relación con el Brexit. Y finalmente Argentina, que tras la probable victoria del peronista Alberto Fernández en la elección presidencial del mes entrante puede terminar en rumbo de colisión con el FMI.
En el primer caso, una guerra plena comercial, monetaria, tecnológica y finalmente guerra fría entre Estados Unidos y China extendería la actual desaceleración de la industria, el comercio y el gasto en capital a servicios y al consumo privado, lo que empujaría a Estados Unidos y a las economías globales a una recesión importante. En tanto, un conflicto militar entre Estados Unidos e Irán llevaría el petróleo a más de cien dólares por barril y eso provocaría una estanflación (recesión con aumento de la inflación). Es lo que sucedió en 1973 durante la Guerra de Yom Kippur, en 1979 después de la Revolución Iraní y en 1990 tras la invasión iraquí a Kuwait.
En el Brexit, un choque entre ambas partes tal vez no baste para causar una recesión global, pero sin duda iniciaría una en Europa, que luego se derramaría a otras economías. La visión convencional indica que un Brexit “duro” provocaría una grave recesión en el Reino Unido pero no en Europa.
En lo referido a Argentina, ambas partes están en pose. Fernández quiere un mandato electoral claro, y hace campaña con el mensaje de que Macri y el FMI son los culpables de todos los problemas del país. La carta de poder del FMI es obvia: si cancela el próximo tramo de USD 5 400 millones y pone fin al programa de ayuda, Argentina sufrirá otro colapso financiero. Pero Fernández también tiene una carta de poder, porque una deuda por USD 57 000 millones es un problema para cualquier acreedor; un colapso argentino limitaría la capacidad del FMI para ayudar a otras economías en dificultades.