Protestas de octubre
Se acaba de cumplir un año de la ola de protestas que agitaron y estremecieron al Ecuador. Si en un primer momento la llama que encendió la hoguera fue la eliminación de los subsidios a los combustibles, la reacción que parecía eminentemente popular fue capitalizada por actores políticos internos y externos que pretendieron desestabilizar el país.
Solo así se entiende el curso que tomaron las protestas. No fueron manifestaciones o marchas para exigir simplemente la derogatoria del Decreto Ejecutivo 883 de eliminación de los subsidios a los combustibles sino que hubo una clara intención de ciertos dirigentes indígenas (cercanos al correísmo), de trabajadores, transportistas y estudiantes universitarios de generar el caos a través de actos vandálicos en ciudades, la suspensión de servicios públicos, la interrupción del bombeo de crudo, el saqueo de empresas, el destrozo de plantaciones de flores y brócoli, la interrupción de vías y carreteras, el ataque a periodistas y medios de comunicación, la vejación a miembros de la Policía y de las Fuerzas Armadas, entre otros.
Si se comparan los hechos de octubre del 2019 con las protestas que antecedieron a las caídas de los ex presidentes Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad o Lucio Gutiérrez, éstas fueron más intensas y violentas. Se hizo todo lo que se requiere para defenestrar a un gobierno. Sin embargo, la estrategia no progresó porque el mando militar y policial se mantuvo en estricto apego al orden institucional y el presidente de la Asamblea Nacional no cedió a la presiones del correísmo: constatar un abandono del cargo y poner a un nuevo mandatario.
Jaime Vargas, presidente de la Conaie, ha afirmado que esto permitió construir una plataforma de unidad a nivel nacional. “Todo lo que pasó no fue simplemente del movimiento indígena sino de todos los sectores sociales y populares”. Se equivoca. La plataforma política que quiso levantar afortunadamente no cuajó justamente porque eso no se construye con violencia, odio y revanchismo. Al contrario, luego de transcurridas las protestas llama la atención que no estén tras las rejas los autores materiales e intelectuales de subvertir el orden institucional para tomarse de nuevo el sistema de justicia y echar abajo los juicios que estaban en curso contra quienes saquearon al Ecuador por más de 10 años de desgobierno.
Es lamentable que luego de que ha transcurrido un año de estos lamentables hechos, dirigentes de la Conaie y centrales de trabajadores hablen de conmemorar las protestas. No hay nada que se pueda conmemorar. El país, luego de días de paralización y vandalismo político organizado, quedó aún más dividido y fragmentado.
Esto está dando lugar a que ahora se estén convocando a nuevas acciones de protesta. Se lo hace en plena etapa electoral y cuando los problemas estructurales que tiene el Ecuador se han agudizado producto de la pandemia del covid-19. Lo que se requiere no son protestas sino diálogo y acuerdos para sacar al país adelante.