El domingo el pueblo ecuatoriano viró la página del correísmo y optó por retomar el camino de una sociedad democrática, donde haya derecho a disentir y manifestar abiertamente posiciones contrarias a las del gobierno, sin tener que temer por la seguridad física o económica. Por poderse informar por una prensa libre de censura y con acceso a plataformas digitales globales, no sólo a las que permitan las autoridades.
Optó porque se mantenga un sistema de recambio de los gobiernos mediante elecciones libres. Por rechazar que las fuerzas armadas ecuatorianas sean integradas a los ejércitos de gobiernos políticamente afines al régimen y adoctrinadas en ideologías antidemocráticas.
El electorado manifestó su voluntad de seguir ganando su sueldo y conservar sus ahorros en la moneda más cotizada en todo el mundo, moneda protegida de todo intento devaluatorio del gobierno de turno, y rechazó la propuesta de restringir el movimiento de su dinero, poniéndolo en cuarentena.
Votó en contra de la corrupción rampante, y desterró al odio de la política nacional. Rechazó la propuesta faustiana de vender el porvenir de la nación a cambio de un puñado de dólares.
El presidente electo como resultado de esa opción por la libertad, es además un administrador probado, que posee la pericia y prudencia para conducir al Estado y a la economía nacional por el arduo camino que tiene por delante, y sacarlos de la doble crisis económica y sanitaria en que están sumidos.
Pero las elecciones no arrojaron un apoyo plebiscitario para la propuesta económica de Guillermo Lasso. Los asambleístas de PSC y CREO juntos son una minoría, y los otros tres bloques en la Asamblea ofrecen vías contrastantes para enfrentar la crisis. Ninguno de ellos pone énfasis, como hace Lasso, en la captación de inversiones para que se creen empleos productivos y en la reducción del gasto burocrático superfluo.
Para salir de la crisis hay que partir de que los otros bloques políticos acepten que al flamante presidente corresponde señalar el camino a seguir. Por su parte el gobierno debe reconocer que dentro de lo posible debe incorporar a su accionar los planteamientos de los sectores que tienen actitud constructiva aunque posiciones distintas.
Hoy comenzamos una nueva jornada, salimos de la noche oscura y atisbamos la luz naciente en el horizonte. El recorrido no lo podremos concluir exitosamente sin la contribución de la ciudadanía, de los partidos políticos representados en la Asamblea, movimientos sociales y profesionales, con sus propuestas abandonando actitudes obstruccionistas.
Un éxito de Lasso en este cuatrienio abre las puertas para que un partido hoy en la oposición asuma el poder en 2025. El fracaso podría incidir en que el electorado se vuelque al autoritarismo, y con ello el fin de las elecciones libres.