La pandemia ha planteado muchos temas conflictivos pero el tema de los viejos es uno de los más importantes. Soy viejo y no tengo que andarme con eufemismos como “personas de la tercera edad”, “adultos mayores” o “viejecitos”. El primer error en este debate es confundir a los viejos con personas vulnerables. Personas vulnerables son porque tienen enfermedades que pueden agravarse fatalmente, no por la edad. El segundo error es creer que los viejos han perdido la libertad y no pueden decidir por ellos mismos.
Los gobiernos, que se copian unos a otros, proponen que los viejos se queden confinados más tiempo. La señora Van den Leyen de la Comunidad Europea ha dicho que deben quedarse confinados al menos hasta Navidad y el presidente del consejo científico, un tal Delfraissy, propone el confinamiento hasta que haya una vacuna. El debate europeo sobre el tema advierte que no se puede discriminar por la edad, que no se les puede privar a los viejos de la compañía, de los lazos familiares, de la relación con los nietos que le da sentido a su vida; con el confinamiento y la soledad se les debilita física y moralmente. La sociedad enmascara la incomodidad que siente con los viejos diciendo que es por su bien, pero habría detrás un cinismo inaceptable si solo se tratara de evitar que ocupen las unidades de cuidados intensivos.
El filósofo André Comte-Sponville (68 años) provocó un alboroto al exigir: “déjennos morir libremente”. Sostiene que ha nacido una nueva civilización que convierte la salud en el bien supremo: “Dios ha muerto, vivan los seguros de salud”. En una entrevista publicada por Le Temps de Ginebra dice respecto de la creciente esperanza de vida: “La tasa individual de mortalidad no se ha movido desde hace 200.000 años, es del 100%. Les tengo dos noticias, una buena y una mala. La mala, es que todos vamos a morir. La buena, que la gran mayoría de nosotros moriremos de algo distinto al covid-19”. Solo los asustadizos asambleístas han delatado que temen más a la muerte (cruzada) que al coronavirus.
Los viejos que conservan la lucidez encarnan la serenidad y la sabiduría. La sicóloga Pilar Sordo dice que la vejez comienza cuando tienes más recuerdos que proyectos; esto no tiene que ver solo con la edad sino con la calidad de vida, con la posibilidad de seguir siendo útiles, con la consideración que la sociedad les otorgue a los viejos.
Todos repiten que no volverá el mundo que conocimos antes de la pandemia, pero otra cosa es hacerse cargo de esta declaración. Por ahora son los filósofos los que están dispuestos a hablar, más que los políticos, de las consecuencias de lo que estamos viviendo. La epidemia quizá nos haga valorar debidamente lo fundamental y lo accesorio; nos ha hecho ver ya la importancia del personal de salud, la necesidad de la escuela y la difícil tarea de los maestros. Sin embargo, desengañémonos, el filósofo concluye la entrevista diciendo que “los futbolistas continuarán ganando millones, lo que es improbable que ocurra con las enfermeras”.