Es un término de política internacional. Significa la inclinación de un gobierno, de un Estado, de un partido político o de un agente público hacia el apartamiento, el aislamiento y la no intervención de un Estado, gobierno o ciudadano en la política interna o internacional.
El término no está en el Diccionario de la Real Academia, aunque sí consta “aislamiento”, entedido como la “acción y efecto de aislar o aislarse” o la tendencia a incomunicarse políticamente.
En este ámbito el término se vincula especialmente con las relaciones internacionales.
Fue notable el aislamiento decretado y asumido por el gobierno norteamericano en el siglo XVIII, bajo el mando de George Washington, para alejarse e incomunicarse de las controversias desatadas en Europa a raíz de la Revolución Francesa, cuya influencia se expandió a partir del 14 de julio 1789 y se esparció por muchísimos lugares del planeta.
El gobierno norteamericano, junto con varios sectores conservadores asustados por los cambios políticos, económicos y sociales de gran profundidad que se produjeron en Francia, se alejó lo más que pudo de las proclamas y logros revolucionarios en todos los campos de la estructura y organización social.
Todo esto ocurrió vertiginosamente.
Y es que la insurrección popular se tomó las calles de París.
La masa enardecida asaltó el Palacio Real de las “Tullerías” y, bajo la conducción de Camille Desmoulins —relevante personaje de la Revolución Francesa—, culminó triunfalmente con la toma de la fortaleza y cárcel de la “Bastilla”, que era el símbolo emblemático de la monarquía francesa por aquellos años.
Y fueron los “sans culottes” —o sea los “descamisados”— los principales protagonistas de la acción revolucionaria de Francia, que contagiaron al mundo con su virus insurreccional.
Publicó Desmoulins los diarios “Histoire de Révolutions de France et de Brabant” y “Tribune du Patriote”.
Desmoulins fue encarcelado el 30 de marzo de 1794 en la “Prison du Luxembourg”. Y quince días después fue ejecutado.
Subió al cadalso diciendo: “!He aquí como acaba el primer apóstol de la libertad!” Y trece días más tarde su esposa Lucile fue guillotinada también.
Y es que el precio de las consignas revolucionarias era muy alto por aquellos tiempos de la monarquía absoluta.