En medio de la crisis humana más profunda de la historia reciente, en el Ecuador se hizo justicia y se sentenciaron a 8 años a los cabecillas de la que se entiende sería la mayor red de corrupción en la vida republicana del país. Creemos que hay delitos para más y este sería solo el comienzo. Faltan muchas más fechorías por demostrar y muchos secretos por desmontar. Y es que el aparato mafioso articulado por Correa y sus secuaces no se diferencia en nada a la de los carteles que antiguamente pusieron en zozobra a Colombia o al cartel de Los Soles que lideran sus compinches venezolanos.
Diez años de abusos, despilfarros y robo dan para más años de prisión y para más años de repudio. El Gobierno actual debe ser sensato y si en realidad busca deslindarse de una vez por todas de la relación íntima que tuvo con su antecesor debe, ahora si, como actor y agraviado principal, iniciar las tareas correctas para buscar los dineros mal habidos y de ser posible repatriarlos; devolverlos al Estado ahora que más los necesita.
Ocho años de reclusión sabe a poco aunque el verdadero repudio que la gente de bien les tiene, ya de por sí, representa una condena moral a todo este clan, franquicia del caduco y vergonzoso modelo bolivariano y engendro del Foro de Sao Paulo. Siete millones no son nada pues se calcula que el robo sistémico a través de diferentes vías (cual líneas de negocios) sería de cientos de millones de dólares por no decir miles de millones. Y son éstas las razones por las que este Gobierno y el que venga debería contratar, de una vez por todas, a una empresa seria, reconocida a nivel internacional para que siga la ruta del dinero. Solo así, desenmascarando a esta agrupación (ahora ya, probadamente delictiva) se podrá cuantificar el verdadero daño económico que generaron estos “pseudo socialistas”.
Son estas las razones por las cuales nadie, nadie en un sano juicio y con criterio formado puede o debe tenerles lástima; ni siquiera compasión pues en esos diez años no solo que saquearon al país con una vileza jamás antes observada sino que utilizaron el aparato estatal para aplicar la persecución, la amenaza y la justicia maniatada para eliminar (en todos los sentidos en que cabe el término) a todo aquel que opinaba diferente; para obtener impunidad y perpetuarse en el poder. Hay que esperar. Ya vendrán más juicios, más sentencias, más sentenciados y más años de reclusión, aunque no creo que el país llegue a conocer todas las ilegalidades cometidas y esto, porque son muchísimas y el país no cuenta con los recursos suficientes para llegar hasta las últimas instancias. Es una lástima, pero nadie les puede tener lástima.