La presencia del Presidente en la asunción al poder de Pedro Castillo induce a múltiples lecturas de una política exterior clara, que es indispensables para el país y el mundo.
La primera muestra que establece Guillermo Lasso es de respeto a los asuntos internos del Perú y al pronunciamiento popular de ese país, más allá de la constatación que podamos tener los ciudadanos de a pie sobre las complejidades de ambas vueltas, el apretado comicio y la polarización en Perú.
Ecuador es un país respetuoso de la soberanía y así mismo reclama con derecho que se respeten las decisiones de política interna que sus mandatarios adopten.
Otro mensaje clave atañe a la relación bilateral. Durante años, ambos países mantuvieron muy diversas tesis sobre el diferendo territorial, lo cual nos condujo incluso a una invasión y a dos guerras más.
Cuando Jamil Mahuad selló la paz con el Perú -uno de los hechos históricos que muchos pretenden desconocerle- pasamos a contar otra parte de la historia binacional y en tonos muy diferentes. Independientemente de las opiniones sobre los contenidos del acuerdo de paz, que desde luego no satisfizo todas las visiones y anhelos sentidos, lo promisorio del futuro de paz tuvo efectos benéficos múltiples e invalorables.
Es verdad que los fondos internacionales ofrecidos para desarrollo social y promoción de las zonas fronterizas llegaron a cuenta gotas, pero es verdad también que los problemas internos de cada país muchas veces entorpecieron el impacto de esos acuerdos binacionales.
Hay proyectos comunes con Perú y la realidad de una frontera con problemas de contrabando, trata de personas, flujos migratorios y hasta el tráfico internacional de droga promovido por las mafias de los carteles internacionales, ponen obstáculos diarios a resolver con tino y buen talante.
La concepción de los diálogos bilaterales con gabinetes ministeriales binacionales ya es una constante y ha mostrado saludables resultados que habrá que seguir alentando.
Por lo demás, los gestos de política exterior del Presidente y su Canciller muestran plena conciencia de la importancia de las relaciones con ambos países fronterizos como son Perú y Colombia, justamente aquellos a los que se desplazó en tres ocasiones el propio Guillermo Lasso.
La coyuntura de la presidencia pro tempore de la Comunidad Andina, a cargo de Ecuador por un año, puede potenciar a este espacio de integración y superar ciertos bloqueos sempiternos a las miradas comunes.
Los encuentros bilaterales que mantuvieron Guillermo Lasso y el ministro de Relaciones Exteriores, Mauricio Montalvo, con los mandatarios de Chile, Perú, Argentina y con el Canciller de México, propenden a instalar el contenido de un discurso presidencial reafirmándose con acciones prácticas y gestos de apertura que dan a entender que el país no está solo, que no debe estar aislado. Ese concepto de la política exterior reafirma aquello de ‘más Ecuador en el mundo y más mundo en el Ecuador’.