La lógica de los inversores es la rentabilidad y la seguridad. Entonces ¿qué debemos hacer?: ordenar la economía haciéndola predictible para ofrecer proyectos rentables y empleadores, ahora que hay un gobierno amigable con la inversión, pues la sola exoneración de impuestos no es suficiente para entrar en el radar de los inversores serios. Cuando hace algún tiempo planteé este tema a Fredy Kauffman del Banco de Santander en Ginebra me dijo que los países pequeños y lentos deben captar inversiones con el atractivo de una alta tasa de retorno que cubra también el nivel de riesgo país. Esta es la realidad dentro de la cual debemos actuar.
Cuando la empresa Intel buscó un país mediano para producir chips lo primero que les interesó era cuántos ingenieros y técnicos de alto nivel que hablen inglés había en los países y ganó Costa Rica que demostró que tenía ochocientos técnicos con esas características. Ahora en Costa Rica hay un desarrollo autónomo del capital humano por la transmisión tecnológica de Intel durante más de quince años. Ahora esto tampoco es suficiente pues los chinos hacen todo, de mediana y alta complejidad. Sin embargo el Ecuador puede preparar masivamente a nuestros jóvenes para los trabajos digitales remotos.
Cuando un empresario ecuatoriano pugnaba por producir ropa deportiva de marcas internacionales para exportar, a los inversionistas no les agradó el costo de los despidos de trabajadores. Esto sigue igual y si no se flexibiliza lo laboral los hijos de los actuales empleados no tendrán trabajo en el futuro cercano.
Las inversiones productivas serias buscan seguridad para arriesgar sus capitales. Por eso está bien el regreso del Ecuador a los arbitrajes en el Ciadi del Banco Mundial, para pactar lo justo con el capital extranjero y acabar con la corrupción, pues aquellas evitan a países con funcionarios sobornables. Además hay que tener un banco de proyectos viables en grandes obras de infraestructura como la autopista Quito-Guayaquil, dotar de buena agua y alcantarillado a todo el país y financiar el programa para acabar con la desnutrición infantil y evitar que esta población sea condenada a la mediocridad.
Necesitamos inversiones para mejorar la competitividad y exportar cada vez más productos con valor agregado redituable. Firmar acuerdos comerciales es importante pero no suficiente, si no tenemos una obsesión exportadora. En esto hemos sido lentos para aprovechar el mercado europeo que no nos cobra aranceles. Es un lugar común decir que necesitamos inversiones pero ¿qué proyectos concretos y viables tenemos? Ahora mismo, Raj Sha, presidente de la Fundación Rockefeller, anuncia que está constituyendo un fondo de USD 1 000 millones para financiar proyectos de energía sustentable y almacenable. El Gobierno debería aprovechar este tipo de oportunidades cuando puede colapsar la hidroeléctrica Coca-Codo Sinclair.