Yo no creo que tengamos la cara tan abollada como para que crean que nos tragaremos cualquier historia y traten nuestra inteligencia con tanto desprecio. En realidad, los Estados y las instituciones públicas deberían contar con la inteligencia de los ciudadanos, no intentar timarla, no hacerle la casita. Por eso hay tanta desazón popular, porque los ecuatorianos estamos hartos de que nos vean la cara de idiotas.
Por ejemplo, en abril de 2019, Luis Verdesoto y Enrique Pita presentaron públicamente presuntos casos de fraude electoral. Fueron a la Fiscalía, fueron a los medios, presentaron las pruebas ante el Pleno del CNE. Fraude, esas son palabras mayores. Esas son revelaciones de enorme envergadura. Pero, ¿qué pasó en el Consejo Nacional Electoral? ¿Lo investigaron? ¿Se presentaron informes? ¿Se justificó o se explicó ante el país la existencia de esos indicios? Nop, nada, cero patatero.
Los ciudadanos son unos bobitos. Esperemos a que juegue otra vez la selección, que se emocionen, y que -como si fueran unos borrachitos- que se les olvide todo. Esa es la estrategia predilecta.
Hubo un sinfín de irregularidades en las campañas electorales. Los ciudadanos no somos tan tontos, las vimos con nuestros ojos. Por ejemplo, una campaña electoral realizaba pruebas de covid gratuitas, esas pruebas no figuraban en la lista oficial de los artículos promocionales que se podían entregar. Es decir, su entrega era una infracción electoral clara, con pancartas, en toda nuestra cara. Y, lo veíamos. Ciudadanos y periodistas lo publicaban en Twitter.
Ya se les olvidará, ya pasará, son unos bobitos. Así ocurre que, en este país, ser corrupto es una estrategia maravillosa. Hay enormes beneficios, y la cobertura, la protección, puede ser tan simple y pobre como el silencio. Callarse y dejar que nos lo olvidemos.
Luego se reportó que esas pruebas – al menos una parte de ellas – no tenían registro sanitario. Es decir, podían ser pruebas falsas, pruebas defectuosas. En otras palabras, no hay una certeza de que esas pruebas permitían detectar el covid. Y, ¿qué pasa si una de las personas que se realizaron las pruebas tenía la enfermedad, y la prueba reportó que no tenía covid? Esa persona pudo haber infectado -mortalmente- a un sinnúmero de personas, empezando por sus familiares.
Ya pasa, ya pasa. En unos meses ya nadie se va a acordar de las irregularidades de las campañas electorales. Ya pasa, ya pasa, sí los ecuatorianos son unos bobitos.
Lo siento por ser tan sardónico. Pero sí tenemos los ciudadanos una cuota de culpa. Si nosotros no exigimos las explicaciones que nos son debidas, si nosotros no protestamos cuando las autoridades quieran hacerse las locas, no podemos indignarnos cuando nos apliquen la estrategia de que estamos borrachitos y pronto se nos olvidará todo.