El contundente triunfo de Jair Bolssonaro en Brasil corrobora el giro político hacia la derecha registrado en gran mayoría de países de América del Sur, tras los desaciertos en la conducción de los asuntos de Estado y los graves escándalos de corrupción que han constituido el denominador común de varios gobiernos de esa tendencia ideológica.
Expertos en Ciencias Políticas opinan que es una etapa del “péndulo político”, que consiste en que a la ciudadanía le importan los resultados de la acción del gobierno de turno, especialmente en los campos económico y de seguridad y en la lucha contra la corrupción, más que las ideologías, de tal manera que, si los actuales mandatarios de derecha no solucionan sus problemas -lo cual es muy difícil- en los próximos comicios votarán nuevamente por los contrincantes de izquierda, que, seguramente, harán convincentes promesas.
Lo cierto es que la elección del enigmático candidato brasileño, célebre por sus exabruptos, asestó un duro golpe al Partido de los Trabajadores, que lidera el carismático Lula da Silva, quien aún tiene gran popularidad, pero no pudo terciar esta vez porque está preso por corrupción.
Bolsonaro asumirá sus funciones el 1 de enero del 2019 para un período de cinco años.
Su predecesor, el actual gobernante Michel Temer, también fue juzgado por supuestas coimas cuando era Vicepresidente, pero el Congreso lo ascendió luego de destituir a Dilma Rousseff, lo que demuestra el grado de descomposición moral que impera en el gigante sudamericano.
La situación de Argentina ha sido igual o más tortuosa por las acusaciones al ex presidente Néstor Kirchner y a su esposa Cristina Fernández, en cuya administración un funcionario de su confianza fue sorprendido cuando escondía costales llenos de dólares en un convento y un chofer presentó seis cuadernos llenos de datos de las altas sumas de dinero que había retirado de empresas constructoras, etc. para entregar a la familia Kirchner y a colaboradores suyos.
Actualmente gobierna ese país Mauricio Macri, quien también recibió la “mesa servida” que le dejó la actual Senadora, condición que la ha blindado ante la Justicia.
Empresarios de derecha dirigen los destinos de Chile, Sebastián Piñeira; de Paraguay, Mario Abdo Benítez; de Colombia, Iván Duque Márquez y de Perú, Martín Vizcarra, que reemplaza a Pedro Pablo Kuczynski, quien renunció, también por nexos con la tristemente célebre firma Odebrecht.
En la otra orilla están Venezuela con su inefable presidente Nicolás Maduro y Bolivia con Evo Morales, ambos de extrema izquierda, y Uruguay con Tabaré Vásquez, de izquierda moderada.
Finalmente consta Ecuador, donde, desde que asumió el presidente Lenin Moreno, existe ambiente de respeto y libertad, que contrasta con el autoritarismo, el dispendio, el odio y la corrupción que caracterizaron a la década correísta.