El aumento de población, la creciente urbanización, las tecnologías modernas y el cambio climático aceleran la transformación del mundo. ¿Hacia dónde va? ¿Podrá el futuro sistema alimentario dar de comer y emplear a los millones de jóvenes que entrarán al mercado laboral en las próximas décadas?
Algunas respuestas están en la revitalización de las economías rurales, en particular de los países en desarrollo, donde la industrialización y los servicios probablemente no puedan cubrir la demanda de trabajo, señala el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2017.
El informe analiza las transformaciones estructurales y rurales en los países de bajos ingresos y muestra cómo una planificación “agroterritorial” puede impulsar los sistemas alimentarios para promover un desarrollo rural sostenible e inclusivo.
De hecho, los 500 millones de pequeños agricultores del mundo corren el riesgo de quedar rezagados en las transformaciones estructurales y rurales, advierte. Ese sector produce 80 por ciento de los alimentos en África subsahariana y en Asia y urgen inversiones para mejorar su productividad.
“La urbanización, el aumento de población y el crecimiento de los ingresos elevan la demanda de alimentos en un momento en que la agricultura debe lidiar con limitaciones sin precedentes en materia de recursos naturales y cambio climático”, alerta la FAO.
Además, la urbanización y la creciente riqueza generan una “transición nutricional” en los países en desarrollo hacia un mayor consumo de proteínas animales.
Las pequeñas ciudades y pueblos pueden desempeñar un papel de catalizadores de la transformación; las áreas rurales y urbanas forman un “expectro rururbano” que va de megaciudades a grandes centros regionales, pueblos comerciales y zonas rurales cercanas.
En los países en desarrollo, las pequeñas áreas urbanas desempeñarán un papel que es por lo menos tan importante para la transformación rural como el de las grandes ciudades.