Fiestas de Cuenca, Azogues, Difuntos. Miles de personas se movilizan al Azuay, a Cuenca en particular, supuesto polo de desarrollo. Entre ellos viene el presidente Moreno y su comitiva y cumple con los rituales de las efemérides. Amable, lleno de ofertas –ayuda a los productores de leche, créditos para los artesanos, bajar los costos de la energía eléctrica o el cumplir con los fondos destinados a la Bienal de Arte-.
A nada acompaña un compromiso formal, un cheque, un contrato, la viabilidad real de lo nombrado, solo palabras, palabras, palabras. El formato de discurso para estas fiestas incluye un halaguito, “los cuencanos son honestos”, o una cita poética del gran César Dávila Andrade, otro agradito al ego local.
No se mencionó siquiera el enfrentar los pasivos que maneja la alcaldía con el gobierno francés por el tema del tranvía; tampoco hizo alusión a las concesiones mineras en el Cajas y Loja vinculados con los préstamos de la China. O como se manejarían los subsidios del gas que el gobierno compra a 20 veces el valor nominal. Ofrece establecer vuelos directos entre Cuenca y los Estados Unidos, cómo hacerlo con la pista que tenemos, cómo sin conocer siquiera los socios; promete el establecimiento de una zona industrial ya iniciada por la Cámara de Industrias y una empresa que fabrica muebles, no mencionadas en su intervención. Solicita la ayuda de empresarios para hacer un Estadio digno… ¿Me perdí en el marasmo discursivo? La sensación final: frustración, impotencia de tener que seguir mendigando desde el sur lo que nos corresponde. El “incidente” que sufre el mandatario antes de entrar al salón principal del cabildo simboliza el malestar generalizado de esta importante región del país.
Esto en cuanto al tema de la descentralización y los obstáculos regionales en breve síntesis. El problema central que el Presidente debe enfrentar es la corrupción, robo, malgasto de fondos públicos, contratación de obras inútiles o cuyas partes se pueden y deben elaborar in situ (el mismo tranvía de Cuenca es un buen ejemplo). Mucho se resume en el respaldo que para ello de la misma Constitución de Montecristi que otorga facultades y poderes omnipotentes al Ejecutivo y apoya el modelo de producción económica planificada desde el gobierno central; el sinnúmero de códigos orgánicos refuerza lo antedicho. Se requiere una urgente revisión de estos instrumentos legales. Falta un control efectivo e inmediato en el gasto público, eficiencia en los procedimientos, selección rigurosa de proyectos públicos del que no se aprovechen unos pocos como en el caso de la planta hidroeléctrica Coca- Codo Sinclair que no podía dar más de 800 megavatios ya que no había agua suficiente; sin embargo el contrato se hizo por 1500 para así engrosar los bolsillos de algunos involucrado.