En realidad parece que fuera ayer, pero hace un cuarto de siglo el mundo era muy distinto. Y hace exactamente 25 años, todo cambió. A unos pocos se les acabó el mundo, pero para muchísimos más, el mundo se abrió. Con la caída del Muro de Berlín nada iba a ser igual.
Lo que terminó ese día fue una enorme prisión conocida como Europa del Este, que se componía de la Unión Soviética y siete países más, que habían caído bajo el poder del comunismo entre 1919 y 1948 y se habían convertido en cárceles para sus habitantes. Si bien el sistema se debilitó desde la primavera del año 1989, fue la caída del Muro, un 9 de noviembre como hoy, el evento que hizo añicos todo esa absurda estructura.
Para los alemanes la pesadilla había comenzado en 1933 cuando los nazis llegaron al poder. Luego vino la Segunda Guerra Mundial y en 1945 llegaron los soviéticos para imponer su sistema comunista en la parte de Alemania que les tocó ocupar. También, los británicos, norteamericanos y franceses ocuparían sus respectivas zonas y Berlín iba a quedar en el centro de la zona de ocupación soviética.
Pero como era la vieja capital de Alemania, a Berlín también lo dividieron en cuatro zonas. Así resultó que, en pleno centro de la zona soviética, quedó una parte de una ciudad bajo el control de las potencias occidentales, lo que se iba a convertir en Berlín Occidental.
Así se configuró uno de los máximos absurdos producidos por la Segunda Guerra: Alemania quedó dividida en dos países y Berlín, en el centro de la zona comunista quedó dividido en dos. En 1952 se cierra la frontera entre las dos Alemanias, pero Berlín Occidental se mantiene como una isla capitalista en el centro de un país comunista. Y se convierte en una ciudad tan dinámica que se vuelve un imán para muchos de los habitantes de la República Democrática Alemana (RDA), el Estado que se forma a partir de la zona soviética.
Berlín se convierte en la válvula de escape para más de tres millones de alemanes orientales que huyen del sistema, produciéndose un desangre de recursos humanos que la RDA no podía soportar. Por eso el 13 de agosto de 1961 decidieron construir un muro diseñado para evitar que sus habitantes puedan salir de su país, para que no puedan moverse libremente entre los diferentes barrios de la ciudad..
Y durante 28 años hubo un muro que separaba a Berlín en dos, un muro que por casi tres décadas fue la prueba más contundente del desastre que significó el sistema comunista, su planificación centralizada y sus partido único. Un muro que era una vergüenza para la humanidad.
Afortunadamente ese mal no duró 100 años y en 1989 la presión de la población fue tan grande que la RDA tuvo que autorizar la salida de sus ciudadanos. Minutos después de anunciado ese cambio regulatorio, cientos de ellos acudieron a cruzar la frontera. La cárcel había terminado.