Varias reacciones generó el artículo “Escuelas del Infierno” publicado la semana anterior en esta columna. En todas se acumula asco, bronca, y cansancio. Algunos comentarios decían: “Sobreprecios y mal hechas carreteras, hidroeléctricas y ahora también escuelas… es el colmo”… “Malditos… se han metido hasta con nuestros niños”… “Chinos y nacionales estafadores deben ser descubiertos… ”…“ Al responsable de la reconstrucción de Manabí y de la edificación estas escuelas, en esta semana, sus partidarios le celebraron su cumpleaños en la cárcel… cinismo”.
Otras reflexiones hacían notar que construir de manera estandarizada escuelas, con el mismo modelo y mismo material en todas las regiones de un país mega diverso es un craso error. En décadas anteriores miles de gallineros se entregaron a los pueblos como aulas. La arquitectura debe dialogar con el entorno y con la pedagogía. Además, el arte y el proyecto educativo deben inspirar a los arquitectos que hagan las nuevas escuelas.
Pero una de las mayores preocupaciones hizo referencia a la poca reacción de los agraviados. “Dentro estas “escuelas invernaderos” sufren miles de estudiantes, profesores y directivos… pero no reclaman con fuerza, o si dicen algo, su voz es poco escuchada”, tampoco la de padres y madres… ¿Miedo? ¿Conformismo? ¿Desorganización? ¿Oídos sordos de los partidos, de la sociedad entera? ¿Ceguera generalizada?… Más preocupante cuando en las últimas elecciones, la única provincia que votó por el correísmo fue Manabí.
“¿Qué les pasa?… ¿Qué nos pasa?”… Ciertamente que el correato reforzó un régimen populista y paternalista de sumisión y lealtades a través de bonos y propaganda. Y al mismo tiempo desarrolló un aparato autoritario, de control extremo en todo el sistema educativo. Cundió el miedo en las escuelas, pero no solo en ellas, se desparramó en todos los intersticios de la sociedad y del Estado. Pero Correa ya se fue hace más de un año… y el recelo continúa. Hay un miedo inercial, y el tejido de organizacional de maestros, estudiantes y padres de familia no se ha restablecido. Es más, sufre un anquilosamiento mayor debido a la continuidad de la ilegalización de la UNE, y una Red de Maestros de la revolución ciudadana, seguramente partida en los bandos correísta y morenista. Los estudiantes no logran levantar su movimiento y los padres están angustiados con problemas económicos y de empleo.
Sin embargo, lo más complicado es que el modelo de gestión vertical y controlador está intacto. A pesar de todo, en estos años hubo resistencia social y pedagógica. Varias comunidades indígenas no dejaron que se cierren sus escuelas. Y en silencio, algunos maestros y maestras, crearon propuestas pedagógicas alternativas. Esa es la inspiración en este momento de anomia.