En estos días, una gigantesca marea de jóvenes y sus familias se tomaron las avenidas y el zócalo de México DF. En simultáneo, marchas similares se realizaban en otras ciudades de México, EE.UU., Europa y América Latina en una movilización mundial rechazando la represión contra los estudiantes de la Escuela Normal “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa (estado de Guerrero). En concreto se repudiaba el asesinato de tres profesores rurales, y la desaparición de 43, en medio de la impunidad y desidia de las autoridades.
Esta situación ha desatado la indignación del pueblo mexicano. Ha destapado denuncias contra el avance del control del crimen organizado de las estructuras estatales. Ha responsabilizado del hecho represivo (ejecutado en septiembre pasado) y de su ocultamiento a las más altas esferas del Gobierno. La masa pidió la renuncia del Presidente mexicano, del gobernador de Guerrero y de otros funcionarios, más también manifestó su aversión y desconfianza contra todos los partidos políticos, desde la derecha hasta la izquierda. Sin embargo, también este sacudón despierta al México profundo. Se habla de unidad, de fortalecer a la sociedad, de encontrar nuevos caminos y soluciones.
En las redes sociales se multiplican debates y pronunciamientos que permiten palpar el grado de indignación de los mexicanos respecto a este hecho de impredecibles consecuencias: “Ahora es el tiempo de manifestarse, maestros y ciudadanos… todos unidos con un solo fin, derrocar al narcogobierno, al político corrupto, etc., por un México limpio y transparente. ¡Luchemos!”… “¡es hora de levantarnos de la silla donde nos han tenido postrados los discursos mentirosos de los políticos!”… “ No dejemos sólo a los estudiantes…, el problema es de todos… este gobierno no lo meceremos”…
A estas voces populares también se han sumado la de decenas de intelectuales prestigiosos de México y del mundo, entre los que se cuenta a Noam Chomsky, quienes han suscrito una carta pública: “Si lo ocurrido es de por sí terrible, la actitud general de los órganos de Gobierno es una afrenta al sentido de humanidad y a la inteligencia de quienes observamos en la distancia. Nos indigna la manera en que las autoridades mexicanas han tratado a este grupo de estudiantes, uno de los más vulnerables del país”. “Ayotzinapa nos toca muy profundamente a todas y todos los que firmamos esta carta. Por ellos y por nosotros exigimos justicia. ¡Vivos se los llevaron y vivos los queremos!”.
Mientras tanto, en las avenidas mexicanas los estudiantes gritan: “Por qué, por qué, por qué nos asesinan, si somos la esperanza de América Latina” y Elena Poniatowska recalca: “¿Cuál es el futuro de una país donde el Estado mata a sus estudiantes?”.
Mientras esto sucede en México, pienso en Ecuador… en que jamás debemos llegar a eso.