La soberanía de los países tiene que ser defendida ante cualquier injerencia o amenaza provengan de donde provengan. A la par, los gobiernos están en la obligación de respetar un bien superior: los DD.HH. y las libertades individuales, que no constituyen dádivas del poder. Hay principios, normas internacionales y nacionales que obligan a ello y no pueden los gobernantes hacer lo que les da la gana en nombre de los pueblos.
La injerencia debe ser vista desde todos los ángulos. Más aún cuando en unos casos practican, admiten y defienden la intromisión foránea cuando hay sesgo ideológico. Así se entrometieron en Honduras. En otros, buscan estar bien porque necesitan de esos mercados, negocios y créditos pero ideológicamente enarbolan el viejo discurso contra el imperialismo.
En medio de la lentitud y con ello la demostración de la ineficacia de entes regionales llamados a defender y aplicar la Carta Democrática Interamericana, la vigencia y defensa de los DD.HH. y las libertades (OEA y Unasur, en contraste con Europa) las evidencias de lo que sucede en Venezuela son inocultables.
Ya no es cuestión de los medios de comunicación, a los que se les acusa de todos los males, sino una realidad y un mal ejemplo para América Latina y el mundo. No se puede tapar el sol con un dedo de una situación que ha hecho una crisis profunda y que tiene divididos a sus ciudadanos debido al desgobierno que vive, que intenta imponer las cosas en lugar de dedicarse a solucionar los graves problemas internos.
El principal cuestionamiento es la violación de los DD.HH., las libertades individuales y la represión del Estado, con el uso de armas letales, que ha cobrado la vida de estudiantes y menores de edad. Meten presos políticos con cualquier pretexto, el caso de un Alcalde electo por su pueblo, porque ven hasta en la sopa enemigos por ser críticos de su ineficacia y por denunciar corrupción. Les hace ver golpistas en todo lado porque no quieren dejar el disfrute del poder.
La búsqueda de culpables a los errores propios, la corrupción galopante, la pobreza, el despilfarro con dineros de los pueblos, la mala administración, el caos y el desorden tratan de imponerse en este cambio de época en la región, pero los males se derrumban poco a poco por sí solos. Solo es cuestión de tiempo aunque los procesos sean traumáticos por las consecuencias que generan.
La demagogia y el insulto permanente se intentan imponer con amplia propaganda y con ello la vigencia del pensamiento único. Quince años y se agudiza la escasez. Promesas de ayuda internacional incumplidas. No recuerdan que al comienzo del actual Gobierno nacional vino aquel Mandatario ya fallecido a poner la primera piedra de una refinería que 7 años después sigue pendiente. Hay hechos concretos. Cómo estará de mal la situación que por información oficial 10 000 ecuatorianos dejaron Venezuela en los últimos 2 años.