El verano transcurre lentamente para los niños que tienen que ayudar en las calles a sus padres. Estos, a su vez, luchan a brazo partido para mantener su trabajo informal frente a la competencia llegada con la numerosa inmigración producida por la interminable crisis venezolana.
Seguramente unos y otros se ocuparán de ver cómo se las ingenian para aprovechar el feriado del viernes 9, y no se detendrán a pensar en el 10 de agosto. Pero es harto probable que la fecha pase inadvertida incluso para personas menos urgidas por el día a día.
La fecha recuerda el Primer Grito de la Independencia en 1809 y marcó el retorno a la democracia hace ya 40 años. ¿Qué significado guardan esas palabras -independencia, democracia- a la luz de del país que tenemos?Estos valores solamente tienen sentido en la medida en que sirven para que los miembros de una sociedad tengan oportunidades y ejerzan su libertad de pensar y de ser.
Los años posteriores al retorno a la democracia en 1979, después de una dictadura militar que se montó en el primer ‘boom’ petrolero durante una década, han sido una montaña rusa, con 14 presidentes, dos intentos de golpe, un feriado bancario y la vigencia de tres constituciones. El segundo ‘boom’ petrolero no sirvió para cambiar la matriz productiva pero sí para montar un sistema político estable pero perverso y no democrático.
Hoy que se discute la manera de reinstitucionalizar al país, hay que tener conciencia de que la tarea tomará un tiempo similar al que permanecimos bajo un sistema institucional amañado para darle al Ejecutivo el poder total, y no solo a través del cuestionado Consejo de Participación Ciudadana.
La foto se va completando. Las autoridades de control eran nombradas por un Consejo integrado por personajes vinculados al Gobierno, mientras la toma de la justicia y el control de su funcionamiento aparentemente se hacía desde oficinas presidenciales.
Pero los correos del caso Sobornos, si llegan a corroborarse en las instancias judiciales correspondientes, también muestran un sistema corrupto apalancado en contratos públicos para aceitar la maquinaria partidista. Es difícil imaginar un plan mejor engranado alrededor de un discurso populista y de una bonanza mentirosa. Hoy estamos pagando la factura y tratando de darle sentido a la política, lo cual será muy difícil si la desconexión entre los partidos y la sociedad sigue.
Democracias como las del correísmo no sirven, como tampoco sirven las que se basaron en grupos ávidos de repartirse el poder para alzarse con lo que podían, al punto de manipular la insatisfacción popular para mover las fichas del ajedrez a su antojo.
Ellos son responsables, en buena medida, del mesianismo que provocó tal crisis económica y moral. La democracia no es tal si los ciudadanos nos la pasamos de vacaciones.