Cuando el paso del tiempo se le considera inexorable, y al llegar a la cobertura de diez largos años de ejercicio del poder presidencial absoluto en una República como el Ecuador, que siempre gozó de la alternabilidad política democrática, podríamos afirmar que el tiempo transcurrido condenará el anhelo de que continúe, con otra persona, pero del mismo correísmo; pues la fatalidad le ha llegado como necesidad de que sea otro sector político quien ocupe el sillón presidencial, inclusive físicamente; porque la volatilidad del actual mandatario lo ha dejado vacío, al deambular por todo el territorio cual estrella, ya sin brillo, en un espectáculo omnipresente a lo largo del país.
Ha sido un período de gobierno que ya llegó al final del ciclo, y que el 19 de febrero próximo, se constatará en el número de votos insuficiente para triunfar en una primera vuelta, y cuando el pueblo concurra a la segunda convocatoria, se confirmará la voluntad de buscar otro camino político para quien asuma la Presidencia de la República por los próximos cuatro años.
Seguramente, un espacio superior a dos períodos de cuatro años y dos años y medio más; esto es, de dominar una sola voluntad por casi once años, ya es un período que al llegar al nivel del cansancio abrirá posibilidades para que triunfe un binomio de oposición a que continúe el correísmo, y sin considerar que Lenin Moreno, el candidato oficial, está desposeído de ideas propias y adecuadas para el ejercicio democrático. Ahora sí, diríamos que será una candidatura distinta la que seguramente triunfe en una segunda vuelta, porque en la primera es imposible vencer. A pesar de que en el Consejo Nacional Electoral no exista un titular efectivamente neutral, y tampoco consejeros, serán los altos porcentajes que llegarán a cubrir al binomio de oposición, quienes le concederán la victoria, para que concluya este ciclo. Para la opinión de amplios sectores políticos, ya es necesaria la alternabilidad y puede expresar con un decidido y firme voto mayoritario.
Desde estos puntos de vista, no puede ser considerada esta variable llamada indecisión; sino más bien, que llegó el momento electoral, para que sean otras figuras políticas quienes triunfen en las urnas y abran las compuertas del poder absoluto hacia las llanuras del poder democrático, con una nueva integración de los miembros en la Asamblea Nacional, que hasta puede retornar a llamarse, como siempre ha sido, Congreso Nacional.
Por lo razonado, ya se vislumbran otras candidaturas para que ocupen la Presidencia de la República, al igual que para elegir diputados con ideas pluralistas en el parlamento ecuatoriano, para poder comparar lo absoluto del poder que hemos vivido, con una verdadera democracia. Así lo decidirá el pueblo en las urnas.