Esta semana han ocurrido cosas extrañas. Posiblemente lo que más sorprendió fue una protesta de jueces organizada por la Corte Nacional de Justicia.
Cómo no va a sorprender que jueces que cumplieron una década de silencio, por no decir cobardía, organicen una protesta cuando estaba por empezar la evaluación de su desempeño como manda la ley.
Nada dijeron cuando se metió mano en la justicia, cuando se inventaron el error inexcusable, cuando recibían órdenes de que el Estado no puede perder en los procesos judiciales, cuando se les enviaba las sentencias en pendrive (todo esto según ellos mismos confesaron con posterioridad). Cuando los mansos protestan con furia es que advierten signos de debilidad.
Otra señal extraña hemos visto en el Consejo de la Judicatura Transitorio donde los juristas más ejemplares del país no han logrado ponerse de acuerdo. Hasta allí parecía normal; se puso extraño cuando salieron a exponer sus discrepancias en los medios de comunicación. El escándalo no llegó lejos; filtraron, entonces, la grabación de una sesión en que las discrepancias se convirtieron en gritos e insultos.
Los sistemas de vigilancia ya estaban allí cuando llegó el Consejo Transitorio y no saben quién los instaló ni para qué. Ese edificio está lleno de espías, quintacolumnistas y funcionarios del antiguo régimen. Así terminó, dinamitado desde dentro, el Consejo de la Judicatura Transitorio.
Otra señal extraña ocurrió en el juicio que se le sigue al expresidente Correa por el secuestro de Fernando Balda. Aparecieron una docena de abogados defensores de Correa, nueve de ellos extranjeros, que se presentaron como observadores. ¿Quién pagó tantos abogados y para qué? Alguno de ellos dijo que no sabía quién pagaba, otro dijo que pagaba una fundación, alguno dijo que trabajaba gratis, otro dijo que se iba a realizar una colecta para pagar. Definitivamente, no son abogados que se puedan pagar con colectas.
Cuando llegaron las estrellas de cine para la campaña de la “mano sucia” de Chevron también dijeron que venían por la causa, pero eran mercenarios y nos cobraron a todos los ecuatorianos.
El signo de debilidad que los actores de estos extraños acontecimientos están viendo puede ser otro extraño hecho, no judicial sino político. El Presidente Lenín Moreno dijo que “cuenta los días” para irse y todos empezaron a interpretar esa declaración y a calcular si les vendría bien o mal en el actual balance político. Resulta que nadie sabe con certeza cuál es ese balance. En torno al gobierno hay novatos, vanidosos, opositores, traidores y espías del anterior régimen; nadie sabe quién podría resultar beneficiado y quién perjudicado. Una figura que se supone habla a nombre del entorno del Presidente, se apresuró a desmentir los rumores acerca de una supuesta muerte cruzada en preparación.
En política ya no hay verdades ni mentiras, solo deseos y temores.