El informe de la oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito no puede ser más contundente: la curva de cultivos de coca crece en Colombia. Al menos eso muestran los datos recabados durante el año 2017.
El documento presentado en Bogotá muestra un 16% de crecimiento de las áreas destinadas al cultivo ilícito entre 2016 y 2017. De 146 000 hectáreas sembradas en 2016 se sube a 171 000 para el año 2017.
Otro factor clave -y más en cuanto nos atañe- es que las zonas de mayor concentración de sembríos son las fronterizas en las que lindan con Ecuador y Venezuela.
Además se señala que los cultivos están a menos de diez kilómetros de las líneas fronterizas de Colombia con ambos países.
Caben explicaciones a ensayar, y a falta de contrastarlas con los expertos se puede aventurar a busca respuestas.
Las zonas de frontera proclives al cultivo de la planta de coca han sido históricamente desprotegidas. Durante años fueron ‘tierra liberada’ ocupada por las guerrillas, contrabandistas y narcotraficantes con poco o débil control de la institucionalidad. Magra vigilancia o patrullaje de Ejército y Policía, pocos poblados de densidad demográfica, indefensión de las autoridades civiles y judiciales frente a las amenazas, y la espesura de la vegetación que promueve o facilita el desempeño de las personas dedicadas a actividades ilícitas.
Otro tema que cabría analiza es el asunto de las fumigaciones. Hace más de una década el Ecuador denunció ante tribunales internacionales que dichas fumigaciones se hacían con elementos químicos dañinos para la salud humana como el glifosato, que muchas veces no solo mataban la planta, destruían otro tipo de cultivos y permeaban por el terreno hacia los ríos contaminando y poniendo en riesgo a los ecuatorianos del sector. Se acordó no fumigar en zonas próximas y habría que investigar si este factor facilita los cultivos en la franja de los 10 kilómetros de la frontera.
Queda el tema de seguridad, no es el menos importante y tampoco es de fácil solución. Como demostraron los hechos que sucedieron en territorio ecuatoriano en los primeros meses del año, con atentados terroristas y secuestros y asesinatos como el de nuestros compañeros de EL COMERCIO, custodiar las fronteras no es algo fácil. Ahora mismo la Fuerza de Tarea ecuatoriana se compone de 4 500 hombres, pero la zona es grande y muchas veces impenetrable o al menos la topografía y la vegetación pueden ser proclives al camuflaje de los grupos ilegales que operan cerca a la frontera, y que van y vienen de allá para acá.
Como se sabe, para Colombia no es cosa fácil controlar la zona, la penetración ilegal facilita no solamente las operaciones clandestinas de abastos y armas sino el paso de droga, como se denuncia de manera constante con múltiples capturas de cargamento que se supone pertenecen ya no solo a carteles colombianos, o a la propia guerrilla del ELN o a la disidencia de las FARC, sino a las sanguinarias mafias mexicanas.