Perspectiva política 2015

En un año que se avizora marcado por la incertidumbre económica, el mapa político se muestra intrincado.

El fin del 2014 estuvo marcado por el cierre de filas del oficialismo y sus poderes satélites, que bloquearon el espacio para la legítima inquietud de un grupo amplio de movimientos que buscan la consulta popular.

Desde su perspectiva, ir a una consulta para evitar que se cambie la Constitución en lo que muchos consideran algo sustancial como la reelección indefinida, era un camino válido.
El Consejo Nacional Electoral negó de plano esa opción. Con la pregunta, tal y como estaba formulada, los gestores de Compromiso Ecuador no podrán levantar firmas.

Mientras, el trámite de las enmiendas constitucionales en la Asamblea, donde el oficialismo campea a sus anchas, fue cuestión de un chasquido de dedos, más allá de los formalismos que maquillaron los escuetos debates y comparecencias.
Ahora, en ese escenario político, habrá de pasar trece largos meses para que el tratamiento de las enmiendas vuelva al foro y, ya se sabe con qué tipo de resultados nos vamos a encontrar.

El mapa 2015 irá decantando las opciones, alianzas y candidaturas, con cierta cautela puesto que el calendario electoral para las presidenciales de 2017 se viene todavía largo. La campaña no arrancará sino hasta el primer trimestre de ese año y, con los tiempos acotados por el Consejo Electoral complaciente con el Ejecutivo y adaptado a sus normas, el sprint final será corto, como ya se palpó en los comicios pasados.
Sin embargo, no se pueden desdeñar los otros intentos de conseguir firmas para dar vida a la consulta popular.

Grupos como el liderado por Gustavo Larrea, exhombre fuerte del régimen de Correa en sus primeros años; la entente de la izquierda de Pachakutik, ahora tocada por el golpe artero a la Conaie a la que se le arrebata su sede, entregada tras la protesta indígena de 1990 en el gobierno de Rodrigo Borja; los otros grupos, como Sociedad Patriótica, que a bien tengan ir por el camino de la consulta debieran tener cabida.

Nada más impropio de una democracia donde se potenció el poder ciudadano elevando en su nombre el discurso para luego de unos años vigor de una supuesta carta política perfecta y que debía ser duradera, modificar sus normas por conveniencia del gobernante y el grupo político que le rodea. Es como cambiar de rumbo con la veleta que marca el viento de sus intereses.

La promesa presidencial de no ir a una nueva reelección es burlada por la propia apuesta política del movimiento oficial ya que al barajar los nombres de los presidenciables no encuentran quien pueda representar con éxito electoral seguro al proyecto.
Se habla de Lenín Moreno, Jorge Glas, Gabriela Rivadeneria o José Serrano en las propias filas de Alianza País o de Ramiro González, si se mira en un aliado como Avanza.

Mientras, Guillermo Lasso, César Montúfar, y acaso, Mauricio Rodas deshojan margaritas.

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