Luego de perder a los dos anteriores por corrupción, Lenin Moreno escogió para tercer vicepresidente de la República de su régimen a un hombre tan joven que empezó el colegio cuando se caía Dahik y la universidad cuando el sucre ya había desaparecido. Elegido con 94 votos la mañana de este martes, tiene buen cartel y, sobre todo, parece dispuesto a apoyar al Presidente y serle leal. Este es uno de los tres frentes en que hay que volver a la institucionalidad lo que permitiría marcar un nuevo comienzo para Moreno antes de que la situación del país, y la de él mismo, siga deteriorándose.
Las medidas que ha tomado Sonnenholzner, como poner todos sus bienes en un fideicomiso que él no puede manejar y prohibir que se contrate con la radiodifusora de la que es propietario o con otros negocios de su familia, es lo mínimo que la decencia y honestidad exigen, pero que resultan novedosas porque estuvieron por completo ausentes en la década correísta, en la cual, al contrario, se permitieron contrataciones de entidades públicas con empresas de miembros del Gobierno o familiares por montos realmente obscenos, en campos como el de la publicidad, la consultoría, las obras públicas y el transporte. Le toca a este joven empresario y economista (tiene un BA en economía internacional en la universidad Schiller, una universidad muy pequeña y de ranking regular) recortar la abultada nómina de la vicepresidencia, pero sobre todo dar prestigio, por su actuación, sus pronunciamientos y la dignidad con que ejerza el cargo, a la vapuleada institución que conduce.
La segunda reinstitucionalización que está en marcha es la de las Fuerzas Armadas, sistemáticamente socavadas por el correato.
Tanto el nuevo jefe del comando conjunto, Gral. Moreira, como el ministro de Defensa, Gral. Jarrín, insistieron esta semana en la necesidad de recuperar la esencia de una institución jerarquizada, incluso con una nueva Ley de Personal y Disciplina, a presentarse en enero, que busca “recobrar la disciplina, la subordinación y la relación de mando”, aparte de la responsabilidad y transparencia que debe ser marca de una institución en la que queremos confiar.
Pero reinstitucionalización también es lo que se está haciendo en el gabinete: el renacimiento del ministerio de Gobierno y de la secretaría general de la Administración, medidas tan obvias que era incomprensible la demora. Pero ahora hay que reconocer que el Presidente tiene en su círculo inmediato a personas muy inteligentes y formadas: María Paula Romo, Juan Sebastián Roldán, José Agusto y Otto Sonnenholzner, y que no tiene pretextos para imponer un liderazgo que, cuando le quedan ya 29 meses de administración, saque al país de la grave hora de pobreza, desempleo y desinstitucionalización.