Desde hace un año, aproximadamente, tenía pendiente comentar el libro ‘Literatura y justicia’ publicado por el Consejo de la Judicatura, que tiene un prólogo extenso del catedrático, abogado y diplomático Íñigo Salvador Crespo.
El propósito de la publicación era resaltar una de las obras más destacadas de Pablo Palacio (1906-1946) ‘Un hombre muerto a puntapiés’. No solo a Íñigo Salvador llamó la atención, también a mí y a todos los que han leído a este gran escritor nacido en Loja y que murió muy joven en Guayaquil, la onomatopeya ‘chaj’, la más famosa de las letras ecuatorianas, usada por Palacio para describir el crujido de las patadas sobre la nariz de un pederasta.
Fue una gran idea publicar la obra más emblemática de Palacio, considerado como uno de los mayores innovadores de la prosa de ficción ecuatoriana. Sus cuentos y novelas fueron editados por la Casa de la Cultura Ecuatoriana en 1964 y por la Casa de las Américas, La Habana, en 1987.
Lo que ahora despierta mi atención es que el diario Folha de Sao Paulo, uno de los más importantes de Brasil, publicó recientemente un reportaje que recoge lo más destacado de la colección ‘Otra lengua’, en la cual el escritor lojano es considerado como uno de los más importantes del Ecuador. ‘Um homem morto a pontapés’ es el título del cuento que ahora los brasileños pueden leer en portugués.
El reportaje de Folha anota que el ecuatoriano apuesta por una línea diferente, tanto en lo estético como en lo temático y se inscribe en una línea más vanguardista, pero al mismo tiempo “profundamente subjetiva”. En el reportaje se consulta a la escritora y ensayista ecuatoriana, Gabriela Alemán. Ella dice que Palacio “es contemporáneo de una agitación y de una voluntad transformadora común, como las de Brasil en el mismo período. Es extraño, continúa Gabriela Alemán, que solo ahora se pueda hacer ese puente”.
El diario paulista resume la vida de Palacio como una “ironía trágica”. Registrado sin padre, sufrió un accidente cuando era niño y vivió marcado por las cicatrices en su cabeza.
Ideológicamente socialista, el autor estuvo siempre en la polémica literaria y política. El reportaje también consulta la opinión de otro de los grandes escritores contemporáneos del Ecuador, Javier Vásconez, quien atribuye al aislamiento de las letras en nuestro país como uno de los factores para que la obra de Palacio no se haya proyectado en el extranjero.
El autor de ‘El viajero de Praga’ y ‘Jardín Capelo’, entre una decena de novelas, apunta una gran verdad para que la obra de Palacio y de otros escritores nacionales no haya sido reconocida en otros países. “Palacio tuvo la mala suerte de nacer en esta línea imaginaria –entre Colombia y Perú- que es el Ecuador. Escribir desde aquí no es lo mismo que hacerlo desde México, de Colombia, Perú o de Brasil”.