Bajo el auspicio de la Facultad de Economía de la UNAM, se publicó en 2013 el estudio “¿Un mejor trato? Análisis comparativo de los préstamos chinos en América Latina”. En un lapso de ocho años desde 2005, esos préstamos alcanzaron USD 75 000 millones. Brasil, Argentina, Venezuela y Ecuador recibieron el 93%.
Entre las conclusiones, el análisis señala que, si bien se asegura que no imponen condicionamientos políticos, los créditos chinos pueden ser más estrictos que los occidentales, puesto que se hallan vinculados a la compra de equipamientos y la contratación para la construcción de obras a las empresas de ese país, incluyen un bajo conjunto de directrices medioambientales y tienen más altas tasas de interés. Habría que añadir la falta de salvaguardias sociales con la que operan.
Años antes de la década correísta, escuché a una funcionaria de la Embajada de China en Quito una expresión que, por ser ella quien la decía, me causó gracia: “Mi embajador fuma como chino”. El modismo se halla registrado en el Diccionario de la Lengua Española: significa fumar mucho. Pero otra expresión tiene sentido más actual en el habla ecuatoriana: hacernos chinos, variante de la locución “engañar a alguien como a un chino”, que sí consta en el Diccionario en la acepción de aprovecharse de su credulidad.
Correa suspendió, hace diez años, el pago de la deuda externa. No tomó tal decisión por falta de liquidez: una Comisión para auditar los créditos, con evidente carga ideológica, concluyó que parte de la deuda externa era ilegítima y que se había utilizado como un instrumento de subordinación a políticas impuestas por los organismos multilaterales.
Meses después, por la caída de los bonos ecuatorianos en el mercado, una operación gubernamental de recompra logró una reducción de la deuda. Pero, ¿cuáles han sido los costos de la jugada, cuando otra vez la deuda pesa con fuerza sobre la economía del país? El debe y haber deberían ser establecidos con rigor. No obstante, son evidentes algunas negativas consecuencias, como las altas tasas de interés tanto en los créditos chinos como en las emisiones de bonos realizadas por el Ecuador desde cuando el país regresó a los mercados internacionales.
China se convirtió en una fuente clave de crédito. ¿Cuáles serían ahora las conclusiones si se nombrara una Comisión de Auditoría de esa deuda? Las condiciones del endeudamiento se mantuvieron en reserva. Aquello ya fue una señal sospechosa.
Cuando el Ecuador acude otra vez a un préstamo chino por USD 900 millones a seis años plazo y se lo presenta como un logro por el interés del 6,5% y por no comprometer más petróleo, cabe preguntar si ya antes no nos han hecho los chinos con el abultado endeudamiento respaldado con petróleo y mayores intereses.