Orgullosos de nuestra ciudad y de que Quito y su Centro Histórico hayan sido junto a Cracovia inscritas las primeras en la lista del patrimonio mundial de la Unesco, se festejan los 40 años con actos, recuerdos y emociones. Homenaje justo a Rodrigo Pallares, conductor del largo y complicado proceso en el Comité Intergubernamental del Patrimonio Mundial de la Unesco, y para su equipo, que dirigido por Ximena Escudero Albornoz y muchos técnicos y amantes de la ciudad y sus valores, estudiaron, ordenaron y prepararon ordenanzas y mil documentos para el reconocimiento. La gratitud no es expresión frecuente.
La peatonalización que adelanta la Municipalidad en las calles del Centro Histórico contribuye, sin duda, a su mejor conservación y aprecio. Así, propios y extraños pueden recorrer sus calles y admirar sus valores arquitectónicos sin la interferencia odiosa del tráfico vehicular. Así, se controla la contaminación que tanto daño hace a los humanos y a los bienes patrimoniales.
Son esfuerzos plausibles que requieren apoyo y comprensión de la ciudadanía, que debe colaborar ya que las limitaciones que su uso implica son indispensables para su conservación. Los esfuerzos para revitalizar las distintas actividades, en especial las de habitación, son necesarios. Toda acción debe ser bienvenida y apoyada. El Centro Histórico sigue despoblándose.
Todos estos logros y esfuerzos pueden irse al diablo. Las ventas ambulantes proliferan otra vez. La ciudad bella nos hace olvidar el deterioro en que estuvo el Centro Histórico. Quito era una ciudad sitiada. Las veredas desaparecieron por la ocupación informal. Las calles tomadas por las ventas ambulantes. Habían letrinas en las veredas, conectadas informalmente al alcantarillado. Tomó años el proceso concebido en la administración de Roque Sevilla y desarrollado y culminado en la de Paco Moncayo para recuperar la ciudad. Su paciencia y la de su equipo, la persistencia en las negociaciones casi personales, que se hacían interminables, lograron que las personas que habían ocupado las vías las desocupen. Sin incidentes, sin violencia, sin muertos ni heridos, como ha sido característico en procesos similares en varios países. Con acuerdos, que deben cumplirse. Uno básico, es que salían de las calles todos los vendedores ambulantes. Para eso se construyeron mercados en donde se reubicaron, en un proceso largo y complejo, que implicó sacrificio y cambio profundo de gente que vivía así muchos años. Es muy grave ver cientos de vendedores nuevamente en las calles del Centro. A cada paso. Se puede volver incontrolable. Puede llevar a que quienes se reubicaron en los mercados, vuelvan a las calles. No impedir la proliferación de ventas ambulantes en el Centro Histórico es jugar con fuego. Una verdadera bomba de tiempo.