El gobierno debe apoyar fuertemente al SRI y darle las herramientas legales y tecnológicas para que proceda a recaudar los impuestos que están impagos, cuyo monto supera los USD 4 000 millones, de los cuales la mitad estaría cerca de una pronta solución jurídica, que aliviaría la penuria fiscal y haría innecesario aumentar impuestos. Los empresarios concernidos deberían preferir no litigar tanto y por todo, si han logrado con su trabajo obtener utilidades, en un momento delicado de la economía ecuatoriana que requiere corresponsabilidad fructífera de todos, para disminuir las necesidades de endeudamiento y poner en marcha un plan nacional creíble de transición política y económica.
Una medida práctica sería estimular a los empresarios que cumplen con sus obligaciones tributarias, disminuyendo el tiempo de depreciación de sus activos fijos, maquinarias y equipos para amortizar rápido la inversión, generar menos impuesto a la renta y así facilitar el uso de tecnologías modernas en las empresas nuevas y reemplazar a las obsoletas en las existentes.
Al mismo tiempo, el gobierno debe reducir el tamaño del Estado en forma gradual y sostenible. No es posible que siga manteniendo a empresas públicas quebradas y no refunde las decenas de Ministerios, Secretarías y Superintendencias difusas en pocas instituciones fuertes y ágiles.
Además, para no causar mayor recesión y desempleo podría comprometerse a bajar consecutivamente la brecha fiscal en una proporción anual moderada del 1% del Producto Interno Bruto desde 2018 hasta 2021, pues en este momento complejo no se le puede pedir más al Presidente Moreno.
Un compromiso de esta naturaleza bajaría al riesgo-país y proyectaría una imagen de seriedad frente a la comunidad económica internacional para reperfilar la deuda o reestructurarla, porque los acreedores externos tendrían que hacer concesiones a esta realidad, disminuyendo los costos y ampliando los plazos.
El otro problema grande es el manejo del sector externo en donde estamos confrontando otra vez una tendencia de aumento desmesurado de las importaciones prescindibles, que puede descontrolar la dolarización si más tarde faltan dólares para las importaciones indispensables como maquinarias, equipos, insumos agrícolas, industriales, productos intermedios o los bienes imprescindibles como trigo, medicamentos y herramientas tecnológicas.
Otro hecho preocupante que ha informado el Banco Central es que algunos exportadores están dejando en el exterior parte del valor de sus exportaciones y que, por otra parte, los giros al exterior ascendieron el año pasado a USD 2.800 millones.
Estos dos hechos negativos, que son parte de la realidad, no han sido resaltados por los opinantes de economía (porque a veces no se dice todo lo se piensa), a pesar de que están afectando a la liquidez, a las expectativas económicas y al tan comentado riesgo-país.