Las enfermedades infecciosas causadas por bacterias, virus, parásitos, ricketsias, y hongos han tenido una presencia constante en la historia de la humanidad. Estas ocurren de forma endémica, en un territorio, de forma epidémica y ocasionalmente pandémica, que afecta a todo el planeta.
El comportamiento de varias de estas enfermedades ha sido seriamente modificado por el desarrollo de antibióticos, vacunas y otros medios de control, que han logrado su reducción, modulación, menor mortalidad y en algún caso feliz, como el de la viruela, la erradicación, su eliminación de la faz de la tierra.
Varias de estas enfermedades pueden permanecer silenciosas o apenas afectando a pequeños grupos humanos aislados, pero en un determinado momento que ocurren cambios climáticos o ambientales a su favor, deterioro los sistemas de vigilancia, menoscabo de control y prevención, esas puede resurgir causando brotes y epidemias de consideración con gran impacto y disrupción en las sociedades.
De tiempo en tiempo emergen nuevos virus que originalmente circulan entre reservorios silvestres y luego se adaptan a las poblaciones humanas y se vuelven agentes causantes de enfermedad con afectación global. Allí tenemos la virus del VIH-sida, la gripe aviar, la gripe pandémica H1N1 y los últimos que son noticia, el ébola y el chinkungunya.
Asistimos al mayor brote epidémico del ébola del que se tiene noticia. Esta enfermedad es muy grave con altísima mortalidad y con tendencia creciente a dispersarse por fuera de ese continente. La alerta es mundial, hay angustia, tiene un tono de pánico en Europa.
En las Américas, experimentamos la llegada del virus chinkungunya, que causa la artritis epidémica, transmitida por el conocido Aedes aegypti, vector del dengue. Esta enfermedad se viene dispersando desde 1952 desde Tailandia hacia África y Asia, después a Europa. En el 2013 llegó al Caribe, Saint Martin y República Dominicana. Desde allí se ha expandido durante el 2014 a los países de la Cuenca del Caribe incluyendo Florida y el norte de Suramérica. Ya llegó a Brasil.
Más allá de las necesarias respuestas de coyuntura como las alertas internacionales, los planes de contingencia y preparación de los países frente a las amenazas epidémicas, es fundamental el desarrollo permanente de capacidad de los sistemas de vigilancia sanitaria y del conjunto multisectorial de capacidades para el manejo de eventos adversos en salud.
Los ministerios de Salud requieren de equipos técnicos científicos que analicen las amenazas, que vigilen la circulación de agentes infecciosos, que cuenten con laboratorios de referencia con altas capacidades de diagnóstico de agentes patógenos. Además, que tengan activos amplios sistemas de vigilancia epidemiológica y servicios de salud competentes con sistemas de bioseguridad adecuados, para manejar enfermedades contagiosas.
Marcelo Aguilar V. / Columnista invitado