China vive actualmente una doble vida, como la atractiva Sévérine de Bella de Día, la famosa película de Luis Buñuel. Por una parte, se ha vuelto más familiar, más provinciana. Sus fronteras permanecieron cerradas al mundo tres años durante la pandemia. Y si lo que estaba de moda antes en la sociedad china era “bajarse al mar” (xia hai下海) por decir emprender, ahora es “Subirse a la orilla, desembarcar” (shang an 上岸), por decir encontrar un empleo público. Asimismo, en el ranking de países que hablan inglés, China ha descendido en los 4 últimos años del puesto 38 al 116, según EF Education First, la empresa privada de lenguas más grandes del mundo. ¡La seguridad por encima de todas las cosas!!!
Por otra parte, China, como Sévérine, se convierte al caer el sol en una bella de noche, seductoramente mundana y cosmopolita. En esta otra vida, China seduce irremediablemente con sus millonarias inversiones y con la ingente producción de bienes de sus fábricas, los coches eléctricos a la cabeza, maquinaria, electrodomésticos, y demás productos tecnológicos. A su encanto caen rendidos los consumidores del mundo, y también nosotros latinoamericanos.
No por nada, el presidente Xi acaba de inaugurar la primera fase del megapuerto de Chancay en el Perú, construido por la empresa estatal china Cosco Shipping Company. A través de este puerto, China importará el litio y el cobre latinoamericano, así como productos agrícolas, soja y demás.
Este puerto es un hito más dentro de la estrategia internacional a largo plazo, conocida como “La Iniciativa de la Franja y la Ruta”, lanzada por el presidente Xi en 2013. Su inauguración supone una doble apuesta por el continente latinoamericano: Comercial y geoestratégica. Puede ser que algunos otros puertos de la región se debiliten, pero simultáneamente aumentará el intercambio comercial por eficiencia logística. Brasil, el mayor socio comercial chino en la región, y el Perú, serán, en principio, los primeros y grandes beneficiarios. El puerto de Guayaquil deberá estar muy atento, para no quedarse atrás.
En marzo de 2025, BYD, inaugurará una planta de producción de coches eléctricos en Bahía, que será una de las más grandes del mundo fuera de Asia, 4´6 millones de kilómetros cuadrados. Esta planta revolucionará el mercado del automóvil en la región. Comenzará produciendo 150.000 vehículos anuales, con la meta de llegar a los 300.000.
El otro gran objetivo chino es México, la segunda economía más fuerte de América Latina. Canadá y Estados Unidos no están dispuestos a que los coches de BYD, y otros, ensamblados en México, con piezas fabricadas en china, lo que se conoce como nearshoring, se cuelen por las fronteras americanas y canadienses. Eso violaría el tratado trilateral de la América del Norte, el TMEC. En 2026, este tratado debería ser renovado, por lo que 2025 será un año de tensas negociaciones políticas y comerciales, que tendrán como campo de batalla la península de Yucatán.
Si en 2024 no se superaron los 500.000 millones de dólares de intercambio comercial entre China y Latinoamérica, como anticipó en octubre de 2024 el ministro consejero del departamento de asuntos latinoamericanos y caribeños del Ministerio de Relaciones Exteriores, Xu Wei, puede que se superen en 2025.
El año que comenzamos verá a cinco países latinoamericanos –Argentina, Bolivia, Chile, y Perú– celebrar elecciones. A Ecuador le cabrá el honor de ser el primero, a comienzos de febrero. En este contexto de elecciones, de buenos augurios para el intercambio comercial, y de suma competitividad por ganarse los favores del dragón, y también del águila, Ecuador deberá estar sumamente avispado, para que al menos una de las vidas de China se manifieste, dentro de nuestras fronteras.
*Félix Valdivieso, Autor de “China para los nuevos bárbaros” (2024, Nola editores>) Director de IE China Center