La economía de China comienza a inquietar a los círculos de observadores y expertos en los negocios en el mundo y de sus implicaciones. Ese país se expandió con una rapidez inusitada y una crisis del gigante afectaría a todos los que se han asociado a su sistema y se han jugado la suerte con sus desenlaces.
Al conocerse las cifras este fin de semana, los signos no dejan duda: la economía china se enfría con rapidez. Y esto se interpreta como algo que no dejara hueso sano en medio mundo. Estados Unidos, en primer lugar, considera que su economía puede ser alterada en un momento crucial.
El dato que más comentarios ha suscitado es el del comercio.
Las exportaciones chinas crecieron en julio apenas 1% en comparación con 11% del mes anterior, una cifra que evidencia un rápido enfriamiento de la segunda economía más grande del mundo. Cuando a China le sucede algo de esta naturaleza, quienes están vinculados con su comercio o sus inversiones sienten que el frío se les puede estar acercando y no tienen alternativas a la vista.
Pasa con EE.UU., gran socio de China, y naturalmente pasará con países como Venezuela, obviamente a otra escala, pero con resultados similares. Frío es frío, en el norte y en el sur.
Esto sucede en un momento de fuertes tempestades políticas en el gigante asiático. En las vísperas del XVIII Congreso del Partido Comunista Chino, que controla el poder de manera absoluta, está dando peligrosos signos de turbulencias y de pugnas a muerte.
1 600 dirigentes acaban de solicitar la renuncia del primer ministro porque alegan que ha llevado al país hacia el capitalismo, olvidando las lecciones de Mao. Lo acusan de haberle dado demasiada rienda suelta a la propiedad privada y de cómo compite con el Estado. De todos modos, el primer ministro está de salida. El XVIII Congreso sustituirá todo el liderazgo del Partido y del Gobierno.
La guerra interna comenzó meses atrás con la destitución del poderoso Bo Xilai quien, con toda seguridad, sería elegido por el Congreso para el comité supremo del partido. También hacía su campaña criticando a los líderes de Beijing y difundiendo el pensamiento de Mao. De un modo o de otro, los 1 600 que critican al primer ministro se hacen eco de las tesis de Bo Xilai. De ahí que vean en su destitución una maniobra.
Su esposa Gu Kailai fue acusada de asesinar a un inglés con el cual hacía negocios de gran escala. El caso digno de una novela negra ilustra la forma cómo se combate dentro del Partido Comunista de China. Gu confesó que envenenó al hombre de negocios inglés porque le solicitaba una comisión de más de 20 millones de dólares para llevar a cabo una transferencia de dinero hacia el extranjero.