China exporta más a Estados Unidos de lo que EE.UU. exporta a China. Eso enfurece al presidente Donald Trump – lo enfurece tanto que, en verdad, pudiese estar dispuesto a iniciar una guerra comercial por ello.
Trump ha lanzado amenazas proteccionistas contra China. Mientras trate de consolidar su presidencia, es poco probable que se retraiga de las mismas. Y, ya que el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China se celebrará en Beijing el próximo mes de noviembre, es poco probable que los líderes chinos cedan a la presión de Estados Unidos.
Una guerra comercial indudablemente haría daño a ambos países. Pero hay razones para creer que Estados Unidos tiene más que perder. Cuando menos, los chinos parecen conocer con precisión qué armas tienen a su disposición.
China podría dejar de comprar aviones estadounidenses, también podría imponer un embargo a los productos de soya estadounidenses y podrían realizar un “dumping”, es decir deshacerse de manera abrupta, de los títulos-valores del Tesoro de EE.UU. y de otros activos financieros estadounidenses. Las empresas chinas podrían reducir su demanda de servicios empresariales estadounidenses, y el gobierno podría persuadir a las empresas para que no compren productos estadounidenses. La mayoría de las ventas anuales de las compañías Fortune 500 provienen de China hoy en día – y ellas ya se sienten cada vez menos bienvenidas.
Más allá de ser el segundo socio comercial más importante de Estados Unidos, China es el principal proveedor de empleos de Estados Unidos. Por lo tanto, una guerra comercial podría costar a los Estados Unidos millones de empleos. Si China pasaría de Boeing a Airbus, por ejemplo, Estados Unidos perdería unos 179.000 puestos de trabajo. La reducción de los servicios empresariales estadounidenses costaría otros 85.000 puestos de trabajo. Las regiones productoras de soya, por ejemplo, en Missouri y Mississippi, podrían perder cerca del 10% de los empleos locales si China suspendiera sus importaciones de este producto.
Además, si bien Estados Unidos exporta menos a China que viceversa, es China quien controla los componentes clave de las cadenas de suministro y las redes de producción mundiales. Considere el iPhone. Mientras que China proporciona sólo el 4% del valor agregado, suministra los componentes básicos a Apple a precios bajos. Apple no puede manufacturar un iPhone desde cero en EE.UU., por lo que tendría que buscar proveedores alternativos, aumentando sus costos de producción considerablemente. Esto daría a las empresas de teléfonos inteligentes chinos una oportunidad para apoderarse de una mayor cuota de mercado de los principales participantes en el mismo.
Hoy en día, el 80% del comercio mundial se compone de cadenas de suministro internacionales.
Keyu Jin
Project Syndicate