Como el tiempo asignado no les dará para más es de esperarse que los candidatos a la Presidencia de la República, en los debates del 9 y 10 del presente, concreten en políticas de Estado sus ideas sobre economía, producción y empleo, pandemia y salud pública, seguridad y lucha contra la corrupción. Tal ejercicio supone que el candidato y sus asesores se han puesto con antelación a estudiar la problemática del país; han identificado lo prioritario, saben el cómo solucionarlo en base a políticas de Estado que responden a hechos, a realidades y no a elucubraciones ideológicas. De ahí que una política de Estado está llamada a mantenerse en el tiempo hasta tanto sea pertinente. Caso contrario un país va de bandazo en bandazo, sus instituciones no llegan a consolidarse.
Que sean 16 los candidatos a la Presidencia de la República da la medida del desconcierto que vivimos en materia política. Como tenemos derecho a defendernos, no más de 3 de ellos llegaron a concitar comentarios favorables luego de las entrevistas que les hicieran los periodistas de EL COMERCIO. Vienen los debates con igual propósito, defenderle al país de catástrofes anunciadas.
No exagero. En el campo de la Salud Pública, no son más de 2 los candidatos que han llegado al convencimiento de que la medicina preventiva es de competencia del Estado. Qué no han hecho los organismos internacionales para demostrarnos que en países como el nuestro las prioridades apuntan a prevenir las enfermedades como la viruela y la poliomielitis que son controladas por medio de vacunas de aplicación universal. O que los efectos devastadores de la deficiencia de yodo desaparecen con la sal yodada de consumo humano. O que las anemias en las embarazadas, con altas prevalencias especialmente en la Costa, de iguales efectos devastadores sobre la descendencia, puede controlarse con el fortalecimiento de la harina de trigo con hierro.
Desde luego, el saneamiento ambiental en el control de las patologías tropicales, como el paludismo que debilita a las poblaciones en grados extremos. Por supuesto, la Atención Primaria de Salud, en la que se incluye la atención de la gestante, el parto asistido, el cuidado de la madre y el niño.
Cuanto queda señalado respondía a políticas de Estado en el entendimiento que prevenir las enfermedades era de incumbencia del Ministerio de Salud. Lo que pasa es que llegaron los bárbaros, los aventureros, los demagogos: Desapareció el Instituto Nacional de Nutrición. Fue destrozado el Instituto Nacional de Higiene y Medicina Tropical Izquieta Pérez. Fue desmantelado el Programa de Fortalecimiento de la Harina de Trigo con Hierro. Al Programa de Medicina Rural, sustento de la Atención Primaria de Salud, le llevaron a la ineficiencia. Pero eso sí: ¡los demagogos continuaron construyendo hospitales!