Estamos en una época interesante, hablar de política es imposible, a falta de libertad, mejor no arriesgarse. Tomar una decisión es hacer política y más, si estas se toman basadas en la misma política: ¿cuántos votos suman o restan estas acciones? Antes de tomar decisiones ligadas a la política es siempre bueno medir el peso que estas tendrán sobre la mayoría con quienes los alcaldes o todo servidor público, se compromete a servir.
Vamos camino al nuevo aeropuerto. De lo más lindo tener nuevo aeropuerto, juguete nuevo pero, hay tantos peros. Las vías son un enjambre de dibujos mentales a medio terminar, por aquí bonito, por allá parece que también; pero en la realidad, huecos que no se terminan de tapar, pavimento y repavimento, vías que cambian a diario lo que equivale a costo, el mismo que pagamos los quiteños, y obvio a futuro, bien bonito se verá, sobre todo si es que verdaderamente sirven para comunicar con un espacio de la ciudad de importancia para muchas áreas como el turismo y el empresarial. Esperamos que sirva; porque todo plan, valga la pena y la redundancia, no planificado a fondo, se convierte en un incendio que sofocar.
No hubo planificación correcta y es hora de aceptar las culpas, rápidamente, a cortísimo plazo, el aeropuerto comienza a funcionar.
En la práctica y conversando con todo ciudadano, un viaje de negocios por un día a cualquier aeropuerto nacional no será posible, pues más tiempo va a tomar llegar al avión que el vuelo en sí. Los taxistas no están contentos con la tarifa acordada, saben que el retorno será solitario, sin pasajeros, porque estos corresponden sólo a los taxis del aeropuerto, ¿será que, ellos no pueden bajar con pasajeros? Los transportes de buses, furgonetas o similares, al parecer están siendo limitados en vez de permitir la libre competencia y que sobrevivan los mejores, los que mejor cumplan con los requisitos de los pasajeros.
Qué susto el comienzo de las operaciones, aún no se disipan los rumores de qué tan poco listos están el aeropuerto y el Municipio. El no alcalde, dicen, está dispuesto a operar los vuelos nacionales en el viejo aeropuerto. Como buena decisión política, que primero cuenta los votos, antes que los beneficios a los ciudadanos, esta noticia se daría al día siguiente de las elecciones. Será, no será, ¡lo qué será, será! Ojalá no estemos lanzándonos al vacío del puente Bailey del Chiche o a colas interminables de vehículos que nos hagan perder vuelos. Todo esto significa dinero. ¿Estarán contentas las aerolíneas o las operadoras de turismo? Dudo; como tampoco estamos convencidos los ciudadanos; no de la necesidad del nuevo aeropuerto, sino del funcionamiento del mismo ya, ahora, como si sólo afectará al no alcalde. ¡No señores! Afecta a los ciudadanos, al turismo que despunta, a las empresas y sobre todo a la imagen de ciudad. Y esto es sólo camino al nuevo aeropuerto.