Las últimas semanas el gobierno ha debatido sobre la eliminación de los subsidios a los combustibles. Decidió ajustar el precio de la Gasolina Súper a USD 2,98 por galón y dialogar sobre la focalización del resto de derivados.
El subsidio al gas, que a todos los gobiernos les ha causado miedo eliminarlo, se ha convertido en un bien más politizado que económicamente analizado.
El precio del diésel tiene alta correlación con los precios de los bienes y el transporte de pasajeros, lo que afecta directamente al presupuesto familiar y que de ser ajustado generaría, un nivel de precios más alto.
¿Por qué el gobierno no ajustó el precio de la gasolina extra? No tengo respuesta.
El subsidio a los derivados del petróleo esta vigente desde los años 70’s y siempre ha sido un valor que ha incrementado el déficit fiscal. Con este esquema la población ha recibido apoyo del gobierno central. Hoy considerando la pésima situación fiscal heredada del gobierno anterior se vuelve un tema de alta importancia, antes no lo era tanto. Definitivamente el análisis sigue siendo incorrecto ya que se debe partir de un enfoque no monetario y por ende social y en este contexto el subsidio de los combustibles y del gas por definición siempre fue incorrecto, ya que no estaba focalizado, en el caso del gas, y en los demás derivados ni siquiera hay que analizar su focalización.
La situación alimentaria es incompatible con las necesidades de la población. En Ecuador se consumen 90 litros de leche por año por cada habitante, lo mínimo deseable son 160 litros. Los niños salen a la escuela desayunando agua de panela, y los más pudientes un refresco de cola, nutricionalmente fatal. Los hogares ecuatorianos de escasos recursos no consumen leche ya que su precio es más alto varios que los productos que se utilizan para sustituirla, obviamente de muy mala manera.
Hoy en día los ganaderos botan parte de la leche, las grandes empresas no recogen el total de la producción, y no es porque la demanda de productos que llevan leche haya bajado, sino porque es más barato sustituirla con suero y obviamente es más rentable para la última línea de sus negocios. La típica decisión entre rentabilidad financiera y entender que puesto ocupan estas empresas en la cadena alimenticia de la población, y si las empresas son extranjeras más nublado tienen el panorama.
Las distorsiones en la economía existen y mientras más tiempo estén se pierde la real noción de lo que ha provocado. Un análisis serio de qué productos deben tener subsidios y cuáles no, es la real tarea del gobierno. Los derivados del petróleo no deben tener subsidio, dejan más de USD 2.000 millones de deterioro en las finanzas. Poner un litro de leche diario en los hogares de menores recursos, los que reciben el bono solidario, posiblemente representaría unos USD 80 millones por año.
Cambiar combustibles por leche y recibir vuelto, causaría alto impacto en la salud alimentaria y un apoyo a ganaderos y micro ganaderos .