La campaña del 2017 en Ecuador aporta al anecdotario universal la incógnita de la ruta política del bumerang que, al decir de los diccionarios, es un arma que al ser lanzada al aire regresa y hiere al sujeto que la aventó inicialmente. En el caso nacional –escándalo de los contratos Odebrecht- es necesario descubrir quién fue el que lanzó el arma suicida: el gobierno o la oposición; por ende, cuál será la víctima al final de la competencia.
Cuando se produjo el escándalo por la información de la justicia de los EE.UU. las suspicacias políticas se prendieron sobre los últimos diez años en los que varios contratos se celebraron y por ende emergieron coimas, regalos y más fantasías que generan las grandes obras públicas. El bumerang había sido lanzado desde la orilla frente al gobierno.
El régimen estudió la ruta del artefacto, asimiló el golpe y lo relanzó frente a un lado muy frágil como es la municipalidad de Quito y la macro obra del Metro donde se presume negociaciones “tipo” con la peculiar empresa brasileña. El golpe conmocionó y debe haber afectado la alianza política entre Suma y Creo. Golosos los artífices, como astutos cazadores, quieren liquidar dos pájaros con un solo tiro y atacaron a los social cristianos y particularmente al Alcalde de Guayaquil.
¿Se habrá detenido el impulso de la mortífera arma o debe esperarse futuros giros y heridos ahora en la vertiente oficial? La reacción opositora vino de inmediato y en algo se despertó el letargo político que abruma a la ciudad de octubre. Se desconoce si la reacción será lo suficiente fuerte para endosar votos a la candidata social cristiana, pues como decía el maestro Gil Barragán al concluir los cursos: “una golondrina no hace verano”. Dos circunstancias esclarecen el uso de este juego o arma.
Dos circunstancias esclarecen el uso del juego o del arma australiana. El gobierno logró distraer de la vista opositora, o por los menos disminuirla, los grandes sospechas y comprobaciones delictivas que los últimos meses sombrearon la administración de los recursos petrolero y luego inmunizar, por lo menos hasta el 19 de Febrero, a los personajes del régimen o candidatos a pocos semanas de las elecciones. La mayoría de los pretendientes y los asesores de la oposición oían cantar al gallo pero no identificaban donde se encontraba el despertador ni la hora de la madrugada en que lo hacía .
Si el bumerang en tierra ecuatoriana da algún resultado, la única conclusión será que en el escenario político solo se triunfa por la destreza primaria del aborigen australiano. La segunda es que los capítulos del Consenso de Washington, el socialismo del siglo XXI o cualquier otra novelería política o supuestamente ideológica en el Ecuador confunden la brújula con el termómetro. El lema en esos lares es sencillo: derribar con el arma un pájaro y evitar que el instrumento regrese. Puede ser mortal en su siniestro retorno; mucho más si hay segunda vuelta.
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