Terminó el intercambio de oro por dinero que el Banco Central (BC) hizo con Goldman Sachs (GS). La operación fue así: se entregaron 466 000 onzas de oro –valoradas en 580 millones de dólares– a cambio de un crédito de 400 millones de dólares al 4,3% anual, por un plazo de 3 años.
Durante ese lapso, GS pagó al BC un interés de 0,85% anual sobre los 580 millones de dólares entregados en garantía, casi 5 millones de dólares anuales. (Se dijo que esa tasa podía llegar hasta 1,05% anual, si el precio del oro subiera de forma “extraordinaria”, pero nunca se explicó si este ajuste llegó a aplicarse o no). Por su parte, el BC pagó a GS intereses por algo más de 17 millones de dólares anuales.
Si restamos los intereses que el país recibió por el oro depositado en garantía de los intereses que el BC pagó por su préstamo de 400 millones, tendremos que el costo neto de ese préstamo fue de 3,07% por año.
Es una tasa mucho menor a la que nos cobra China, ciertamente, y no podía ser de otra manera ya que el plazo del crédito fue de apenas 3 años y el colateral entregado fue el más sólido que existe: oro equivalente al 145% del principal y al 128% del capital y los intereses pagados durante estos tres años.
¿Fue buena esta operación? Desde el punto de vista del costo financiero claro que sí porque, como se ha visto, se pagó un interés considerablemente menor al que este Gobierno se acostumbró a contratar y que, en algunos casos, supera el 10% anual.
Pero aquí no termina la historia.
Para evaluar la conveniencia de esta operación también se debe mirar el destino que se dio al préstamo contratado. Hubiera sido bueno que los 400 millones de dólares se hubiesen utilizado para pagar una deuda más cara o para invertir en algún proyecto social. Sin embargo, me inclino a pensar que ese dinero se perdió en el saco roto del dispendio. De ser así, esta operación resultaría sumamente onerosa.
No hay nada peor para la economía de una familia, una empresa o de un país que financiar gasto corriente con deuda, porque ese tipo de operaciones sólo provoca una disminución del patrimonio del endeudado. Dicho en otras palabras: quien financia su gasto diario con deuda se empobrece.
Muchas empresas y países hacen operaciones similares a las que el BC hizo con GS.
Por ejemplo entregan como garantía bonos que les rinden un interés determinado a cambio de un préstamo barato que les sirva para invertir en proyectos que les van a reportar ingresos adicionales.
Conclusión: el nuevo Gobierno podría hacer uso de mecanismos de endeudamiento similares a los descritos aquí, siempre y cuando esos nuevos préstamos sean usados para eliminar pasivos más caros o para invertir en la sociedad ecuatoriana.