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Por información de diario Expreso del 2 de octubre pasado, se conoció que el señor Presidente había suspendido el beneficio del Bono de Eficiencia a funcionarios del sector público; aunque sorprendió que esos altos burócratas del Gobierno y del Estado hayan recibido una bonificación adicional por el valor de USD 7 000.
Sin duda, hay lugar a la sorpresa, pues en esa primera línea, sumado el bono al ingreso mensual de alto rango con creces superarían los USD 10 000 mensuales. Sin duda esta situación resulta insólita en tiempos revolucionarios y de izquierda, aunque se puede alegar que las pródigas compensaciones se justifican por los esfuerzos que en favor de la patria realizan tales funcionarios. Es más, ¿si hay de donde, por qué no?
En el pasado, por razones de seguridad nacional, existían fondos reservados que en algunos casos pueden haber servido para compensar ínfimas remuneraciones. Se desconocen los datos con exactitud, pues dichos egresos eran auditados única y exclusivamente por el Contralor General que, luego de aprobarlos y redactar el acta correspondiente, procedía a destruir los recibos. En ese entonces, la razón era la seguridad nacional, ahora es la eficiencia, lo que a pesar de tener una base legal provoca dudas o reparos por la subjetividad del término.
Además, deben existir compensaciones que podían comprobarse como trabajar fuera del domicilio que daba lugar al bono por residencia. También a un bono o compensación por antigüedad en el servicio público en distintas administraciones.
Pero lo de eficiencia resulta diferente, más aún si es igual para todos lo que significa que poseen el mismo nivel. Esto permite concluir que esta bonificación es similar a lo que sucede con el caso de los transportistas. No es un subsidio sino una real alza de tarifas pagadas por un solvente Gobierno que ahora -luego del 23-F- aspira a trasladar su pago a las municipalidades. Pero el alza, sea por el Gobierno o Municipio, no se la quitan a ningún transportista.
El señor Presidente suspendió esta prebenda. Ha considerado que es un problema técnico de cobertura y no uno de distribución. Ojalá sea la oportunidad para sustituir el subjetivo término de “eficiencia” por uno de índole espiritual; pudiera ser por ejemplo, el “bono de la bondad”; de esta manera, estaría plenamente justificado el egreso sin auditoría, pues ningún contralor se atrevería a escudriñar el alma de un generoso Mandatario.
La información del diario contradice un panorama de nuevas barreras arancelarias, absorción de los fondos previsionales o generación de nuevos impuestos.
Es evidente que no existe una quiebra, pero sí se percibe una severa iliquidez que obliga a continuas medidas de reajustes. Para el efecto, vale recordar el caso de un expresidente al comparar al país con un histórico naufragio: botes hay, el problema es que no alcanzan para todos.