Muchos recordarán la famosa Ley de Manos Muertas o desamortización de bienes que los gobiernos liberales en toda América Latina realizaron entre mediados del siglo XIX y principios del XX. Se trataba de pasar a la administración estatal aquellos bienes improductivos y que no pagaban impuestos -haciendas, terrenos y casas- con el fin de hacer circular los inmuebles en el mercado y así mover capitales. La mayoría de éstos pertenecía a la Iglesia católica y una vez desamortizados pasaron en Ecuador a la Junta de Beneficencia Pública; por remates o ventas terminaron en manos privadas o del mismo Estado. En nuestro país la ley se dio en 1906; en México, la primera, por 1845.
Cien años más tarde se da vuelta la tortilla. Muchos y muy buenos bienes “muertos” están en manos del Estado; improductivos y deteriorándose a ojos vistas. Hablamos del IESS/BIESS que con motivo de moras patronales se ha hecho de decenas de bienes en el país. La institución ha tenido que embargar casas, edificios o fábricas. Una de las pocas salidas positivas fue la de la fábrica de hilado y textiles “La Industrial”(1935-1999), ahora Museo Interactivo de Ciencia (Fundación Museos de la Ciudad, Quito), que estuvo abandonada por 30 años hasta que se hicieron gestiones con el Municipio para activarla como institución cultural. Otros ejemplo, la mayoría, son escándalos públicos: en el barrio de San Marcos había una multifamiliar (calle Almeida) que terminó destruyéndose en el lapso de 20 años por falta de inversión y control. Entre las calles Manabí y García Moreno se encontraba la antigua Clínica del Seguro que tras convertirla en dispensario, fue abandonada al construir el Hospital Carlos Andrade Marín. Allí sigue en franco deterioro, comenta el experto Alfonso Ortiz Crespo.
El IESS/BIESS tiene propiedades en todo el país, vacías, estropeándose, no saben qué hacer con ellas. Un noticiero mostró hace un par de días un enorme edificio en Same (Esmeraldas), parte del paquete inmobiliario moribundo. Al parecer no hay siquiera una política de ventas o arriendos para recobrar los activos que podrían cubrir parte de las pensiones jubilares y tantas otras carencias; amén de recuperar la gran deuda que tiene el Estado con el IESS. Hablamos, entonces, de unos bienes muertos de gran magnitud, algunos patrimoniales. La situación es aún más grave para esta arquitectura patrimonial; la Ley Orgánica de Cultura (art.64) no permite que las entidades públicas vendan bienes patrimoniales inmuebles. Entonces, ¿qué salida jurídica y financiera tenemos?
Señor presidente y Señor director del IESS: ¿Cómo se harán cargo de estos “bienes muertos” en manos civiles? ¿Cómo solucionaremos esta gran deuda del Estado con nosotros los afiliados? Estamos hartos de esperar…