Salvo imponderables que surjan en el presente año, el deterioro económico del país o los conflictos originados en la fragua de la confrontación gubernamental, la batalla electoral se ubicará en Guayaquil. La frase es extraída de la histórica “Batalla de Inglaterra”, que permitió a la Real Fuerza Aérea de Inglaterra detener a la Luftwaffe alemana que no tuvo los mismos éxitos que la divisiones Panzer en tierra.
Para precisar la comparación hay que comprender la defensa inglesa en tres etapas: la que sucedió a la caída de París, que causó el aislamiento bélico y territorial de Gran Bretaña; luego, la resistencia en los cielos y en los mares aledaños al territorio insular; finalmente, el cambio del eje bélico del planeta con la fallida operación ‘Barbarroja’ contra la Unión Soviética y la entrada oficial de EE.UU al conflicto.
En Guayaquil sucede algo parecido por lo que será el detonante en los comicios del 2017. Desde la etapa política que se inició en el 2008, la urbe huancavilca ha tenido un comportamiento aleatorio. La fuerza política mayor PSC- Madera de Guerrero, directa o indirectamente, se ha manifestado en un sentido favorable o neutral respecto al régimen imperante.
Estuvo con el Sí en el plebiscito de 2011; no presentó mayor lucha parlamentaria en las elecciones de 2013, que le permitió al partido de Gobierno sacar 14 legisladores de la provincia del Guayas y no pudo lograr un acuerdo para las elecciones de la Prefectura del Guayas con su rival de barrio, el Movimiento Creo. Por su parte, este protagonista ha crecido hasta el punto de que en las últimas elecciones presidenciales alcanzó el segundo puesto con un 22%. Puede aspirar a espacios en el país, pero en la matriz, como en el antiguo Berlín, la comparte territorialmente.
Parece inexplicable, pero ya existió un antecedente en 1954. En ese entonces, sumados los votos del Frente Nacional de Raúl Clemente Huerta y los del CFP de Guevara Moreno hubieran derrotado a Camilo Ponce y al gobierno del Dr. Velasco Ibarra que sentenció: “O el Frente me tritura o yo trituro al frente“. Ganó el Dr. Ponce Enríquez con 3 000 polémicos votos.
Hoy en la enconada rivalidad porteña se impone un mínimo de racionalidad. Serán vencidos o vencedores en la primera vuelta con el costo de una grave fragmentación parlamentaria. En la segunda vencerá el clasificado, pues el alud contra el régimen puede ser arrasador si continúan los tributos y el desempleo.
En condiciones tan dramáticas, en el Guayas debiera producirse un debate público para que los líderes irreconciliables que tanto afirman amar a la ciudad de “la aurora gloriosa”, de Olmedo y Rocafuerte, expongan sus diferencias, salvo que traten de ocultar algo parecido a los cuentos de Gulliver, cuando dos reinos se disputaban ferozmente la forma en que debían romper los huevos para comerlos. Superada tamaña divergencia ideológica, es posible que Guayaquil pueda retomar la senda de antiguas victorias.
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