En términos generales, lo que ingresa al país por la exportación de un barril de petróleo, vuelve a salir del Ecuador para pagar importaciones. Es triste, pero todo ese dinero que entra el país no fomenta en nada la producción local.
Considere usted los datos del primer trimestre de este año y del primer trimestre del año pasado. Resulta que en el 2012, las exportaciones petroleras fueron USD 700 millones más que las mismas exportaciones en los primeros tres meses del año pasado. Por su parte, las importaciones totales crecieron en el mismo período (oh sorpresa) en USD 700 millones. En resumen, por cada dólar adicional de exportaciones petroleras hubo un dólar más de importaciones. La plata del petróleo no “se fue a volver” sino que “vino para irse”.
En realidad, las exportaciones totales crecieron un poquito más (gracias a las exportaciones no petroleras), y por eso tuvimos una balanza comercial un poco mejor en este año, pero lo que llama la atención es la cercanía entre las exportaciones de petróleo y las importaciones totales.
El mecanismo mediante el cual la plata “viene para irse” es sencillo. El precio del petróleo sube y gracias a eso las exportaciones de petróleo aumentan. Luego, el Gobierno (con su única meta de ser reelegido) toma ese dinero y se lo gasta hasta el último centavo. Esos recursos entran a circular en la economía ecuatoriana y buscan comprar cosas. Pero la producción local no está creciendo lo suficiente porque la gente tiene miedo de invertir por las constantes reformas tributarias, reformas laborales, salarios dignos, anuncios de reformas agrarias, juicios de 40 millones, cambios en las reglas de los préstamos, etc.
Entonces, tenemos un país donde el Gobierno tiene plata gracias al buen precio del petróleo, gasta esa plata a manos llenas y así aumenta la demanda en el país. Pero la economía no puede responder a ese disparo de la demanda porque se está invirtiendo muy poco, entonces no queda otra opción que traer cosas importadas. De esta manera, dólar adicional que entra por exportación de petróleo se va a pagar las crecientes importaciones. Y eso explica la sorprendente similitud entre el aumento de las exportaciones de petróleo y el aumento de las importaciones totales.
Todo esto tiene dos consecuencias. La primera es que el gasto público, en su nivel actual y en las circunstancias actuales, aporta muy poco al crecimiento de la economía. Cuando el Gobierno gasta más, se logra que la gente consuma más, pero no que el país produzca más.
La segunda consecuencia es todavía más triste, porque esto es la constatación de que nos estamos farreando el segundo ‘boom’ petrolero, pues de la vieja idea de “sembrar el petróleo”, cada vez quedan menos semillas, menos productores, más consumidores y más deudas.