¿Babel, el Ecuador, siglo XXI?

En Génesis 11:1-9 se encuentra la versión bíblica. Los descendientes de Noé vivían en la Mesopotamia y se establecieron en una tierra que nombraron Sinar. La población se incrementaba y todos hablaban el mismo idioma, entonces decidieron edificar un gran monumento que sería símbolo de lo grande que estaban construyendo su nación.

Querían una torre que llegara hasta el cielo para poder ser como Dios y así no necesitar más de Él. Al ver la arrogancia en su corazón, Dios hizo que la gente hablara diferentes lenguas para que no se pudieran comunicar entre ellos y como resultado se dispersaron de aquel lugar por todo el mundo. Aquella torre fue nombrada como la torre de Babel porque esa palabra significaba confusión.

Cuan parecido es un gobierno cuando algunos se expresan con arrogancia y son varios los que se presentan es escena hablando cosas diversas sobre los mismos temas. Y la percepción es que no sólo se expresan en forma diferente, sino que, a veces, torpedean las opciones que no comparten.

Se supone que el Presidente de la República es el que debe decidir, en lo que a él corresponde; y, su equipo –bajo su guía- debe ser interlocutor con otras fuerzas políticas y con sectores sociales y empresariales para intentar llegar a coincidencias esenciales.

La falta de definiciones produce rumores, algunos más parecen chismes dirigidos, que para nada generan confianza.

Los tiempos presionan, en meses habrá la pre-campaña electoral del 2021, y los que quieran ser actores en ese proceso, van a privilegiar hacer política pre-electoral.

Yo tuve una buena experiencia con el Presidente Moreno, cuando fui veedor invitado por la Contraloría respecto a cuantías y condiciones de la deuda pública; y, se pudo evidenciar que la deuda pública era muy superior a la de la información oficial. En una reunión en Guayaquil, con la ex ministra Elsa Viteri, de la cartera de Finanzas, y otros altos funcionarios, el Presidente instruyó que no se encubran las cifras. Lo que no se pudo evidenciar fueron las condiciones de las deudas con China, porque están declaradas bajo reserva, lo cual genera un tufo que sólo se eliminará cuando las condiciones se transparenten.

Lo de anticorrupción también debe transparentarse. Sacar información “poco a poco” sólo en lo que evidencie al correato, genera la percepción de encubrimiento de conductas y personas.

Si en el tema de campañas se dieron estructuras mafiosas, en las anteriores al 2017, imposible que, en la de ese año, la mafia gobernante se haya vuelto virtuosa. Y debo ser muy claro: no estoy por poner en riesgo al Presidente Moreno. Cualquier proceso político antes del 2021, será más negativo que positivo, pero ni eso justifica que se falte a la transparencia.

lroldos@elcomercio.org

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