Al menos un avance
¿Ustedes no sienten que la actualidad les ha sacado la mugre? Yo me siento como si un bus me hubiese pasado por encima, uno de esos de Quito, que no respetan paradas, que no tienen ninguna consideración sobre la cantidad de gente que pueden llevar, los límites de velocidad, las normas de tránsito; uno de esos me pasó por encima y me saco la turbo bati mega mugre.
Pero hay un evento que puede reponerme rápido y empujarme a renovar la esperanza en mi país. Así es, por sorpresivo que parezca hay un chance de que el Ecuador nos ilusione. Para mí es difícil pensar en batallas que tengan mayor importancia que la lucha por los derechos civiles. La abolición de la esclavitud, los derechos de la mujer, pocos hitos marcan mejor nuestro devenir hacia una sociedad más justa, más ética, más… humana.
Hay “malas” y buenas razones para apoyar el avance y la concesión generalizada de los derechos civiles. Una “mala” – aunque poderosísima – es el enorme avance económico que supone el empoderamiento en términos de igualdad de sectores sociales tradicionalmente desfavorecidos. Por ejemplo, la OCDE calcula que el 50% del crecimiento económico de los países desarrollados en los últimos 50 años se debió a la educación de las mujeres y su ingreso en el mercado de trabajo. Emmanuela Gakidou publicó un estudio el 2010 donde se evaluaron 175 países, desde 1970 hasta 2009, y se constata que por cada año de estudios adicionales de las mujeres, hay una reducción de mortandad infantil de 9.5%.
Pero esas son “malas” razones, porque incluso si ello implicaría un retroceso económico, igual deberíamos avanzar en la concesión generalizada de derechos. Exigencia esencial de los principios de igualdad, de libertad, y de justicia; pilares de nuestra civilización. Estas últimas deberían ser razones suficientes.
Es imprescindible recordar que el Ecuador ha sido un líder internacional en la concesión de derechos. Fuimos un pionero regional en la abolición de la esclavitud, gracias a la habilísima gestión política de José María Urbina en 1851. Con el liderazgo de Matilde Hidalgo de Prócel el país fue la primera nación latinoamericana en constitucionalizar el voto femenino. ¿Otros tiempos? ¿Otras sociedades, que fueron más abiertas, más valientes y progresistas? ¿Ya no tenemos ambiciones ni ese amor por la vida, a pesar de lo que dice nuestro costoso y millonario eslogan?
Este viernes podemos demostrar que no estamos quedados en otro siglo, que el populismo no nos lobotomizó los sesos, que somos capaces de dar un nuevo salto. La Corte Constitucional realizará una audiencia pública para el caso sobre matrimonio igualitario. Esta institución podrá demostrar que el principio de igualdad consagrado en nuestra norma suprema no es papel mojado, tiene consecuencias y genera derechos.
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