Es posible que usted haya recibido este mensaje: “Canciller José Valencia, ¿qué hay de cierto en esto? Si lo hace será declarado, traidor a la patria, alcahuete y cómplice del narcorreismo corrupto.
Se conoce que en las próximas horas el canciller José Valencia, dará el salvoconducto a Gabriela Rivadeneira bajo la excusa del derecho humanitario al asilo, olvidando que la Rivadeneira no es perseguida política, por el contrario es instigadora y conspiradora para un intento de Golpe de Estado y el terrorismo que vivimos en el país por más de 10 días”.
Lo reproduzco con cada uno de sus errores y horrores con la certeza de que muchos de los que lo reenviaron y apoya su contenido se indignaron cuando Ricardo Patiño negó el salvoconducto a Carlos Pérez, directivo del diario El Universo que se asiló en la embajada de Panamá luego de que fuera condenado a tres años de prisión y 40 millones de dólares de indemnización, por el juicio de injurias que Correa siguió a los dueños de ese diario y a Emilio Palacio por una columna de opinión, juicio que es uno de los ejemplos más acabados de los abusos que se cometían con gran frecuencia por el correísmo que usaba jueces serviles para acallar a detractores y críticos.
Patiño, el mismo asilado ahora en México, sostuvo en ese momento que no tenían que conceder el salvoconducto a una “persona libre”, que no tiene “sentencia en firme” y negó que fuera aplicable al caso la Convención de Caracas sobre el Asilo de 1954 en tanto no se aplica a quien comete delitos comunes. Con su conducta, lenguaje y decisión se alejó de una práctica sistemática en la mayor parte de los países de la región de conceder esos salvoconductos como una manifestación de buena fe y reciprocidad.
Quienes creemos en el valor de la protección de los derechos humanos sin importar la simpatía o antipatía que nos provocan los personajes involucrados, debemos pedir al Canciller Valencia que actúe de manera consistente con las obligaciones internacionales y la práctica humanitaria que esto requiere. Es verdad que no existía proceso, orden o sentencia judicial en contra de quienes solicitaron protección diplomática, pero el Gobierno tiene la oportunidad de enviar un mensaje de respeto a los principios que sustentan el Asilo, con independencia de los discursos de venganza y odio que en las redes sociales circulan. Aceptar el pedido que México realice no significa considerar a esas personas como perseguidas políticas, sino recuperar en la práctica el compromiso que tiene nuestro país con sus obligaciones internacionales. El mejor mensaje es tratar a Gabriela Rivadeneira, Soledad Buendía, Carlos Viteri, Edwin Jarrín, Tania Pauker, Leónidas Moreno y Luis Fernando Molina con el sentido de humanidad que el régimen del que formaban parte o simpatizaban negó a sus opositores y críticos, porque la primera obligación de quienes rechazamos las practicas del correísmo es alejarnos de ellas.