Fue una noche emotiva, sus amigos o, como él los llamaba, su “gallada”, los colaboradores, los jóvenes profesionales de su misma área; todos presentes. Se lanzó el libro ‘Diego Ponce Bueno: arquitectura y ciudad’. Impresionante en su formato, nos muestra una ciudad viva, en desarrollo, por más de 40 años, en los que hay una clara huella, la del arquitecto y más allá, su personalidad. Es una recopilación de fotografías de sus obras, algunas más conocidas que otras, pero todas hitos arquitectónicos para nuestra urbe. Y los reportajes y escritos por distinguidos profesionales de la rama, que narran, desmenuzando el estilo, las estructuras, el entorno y, por lo tanto, la personalidad del renombrado arquitecto Ponce. Nuestra memoria cultural urbanística crece aún más, con algunos videos con estilo de entrevista al propio arquitecto, quien narra, con su estilo, visionario y jovial, sus anécdotas, dificultades, retos y experiencias.
En este caso, un grupo de reconocidos profesionales, todos conocedores de los valores arquitectónicos, se unió bajo la dirección de María Teresa Ponce y Fabiano Cuesta y el importantísimo y valioso aporte de Trama Ediciones, para crear una recolección de las obras de este atrevido y visionario arquitecto, que nunca tuvo miedo a expresar que: “En la arquitectura tienes que ser libre”. Esa libertad, tan importante en el ser humano, le permitió también: “Seguir aprendiendo en la práctica. Yo no creo en la arquitectura teórica, por lo tanto mis proyectos son únicos. Nunca me quedé en la misma onda, que es lo más cómodo… Hago lo que me da la gana, como arquitecto…”.
Así, con el uso de su libertad creativa, inventó lo que hoy son hitos urbanos. El edificio González Suárez en los setenta, un desolado paraje con un novedoso edificio, alto, que dio paso a una de las avenidas residenciales más importantes. El Conjunto Torres de la Colón, Consejo Provincial de Pichincha, Torre XXI, Plaza 2000, Sede Social QTGC en El Condado e innumerables otras obras de igual o mayor importancia, sin dejar de lado aquellas que se construyeron a lo largo y ancho del país, así como algunas fuera de nuestros límites territoriales. Aplicando su libertad mental y de ejecución, tomaba las estructuras y les permeaba de gracia, dándoles vida propia. Las urbanizaciones no se quedan atrás en importancia, sobre todo porque así como sus edificios, las diseñó para todo tipo de personas y gustos. Estructuras, edificios, casas familiares que ganaron premios Ornato y condecoraciones de importancia.
Fue concejal del Distrito Metropolitano de Quito, Ministro de Desarrollo Urbano y Vivienda, Presidente del Directorio del Banco Ecuatoriano de la Vivienda; fue profesor de las universidades Central y San Francisco de Quito. Pero, sobre todo, fue un apasionado en lo personal y profesional y su obra más grande y que lo mantendrá vivo en nuestras memorias son sus tres maravillosos y valiosos hijos. “Yo quería marcar el fin de una época con el arranque de otra”. Y lo logró…