El “Partido Aprista Peruano” (APRA) —de larga gravitación en la vida pública de Perú— está esencialmente conformado por las ideas de Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979), líder y pensador político peruano de extraordinario valor, cuya vastísima producción intelectual alcanzó gran resonancia en América Latina.
Haya fue un hombre de acción y de pensamiento. Fundó la “Alianza Popular Revolucionaria Americana” (APRA) en 1924 en México, durante el primero de sus numerosos destierros políticos, con la intención de organizar en Indoamérica lo que él denominó el “frente único internacional de trabajadores manuales e intelectuales” en torno a “un programa común de acción política”, cuyos cinco puntos principales fueron: 1) acción contra el imperialismo, 2) unidad política de América Latina, 3) nacionalización de tierras e industrias, 4) internacionalización del Canal de Panamá y 5) solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidos del mundo.
Su intención fue “deseuropeizar” el pensamiento político latinoamericano —entonces tan dependiente del doctrinarismo europeo— y formar una ideología y un partido que no fueran imitación de modelos extranjeros ni expresiones de colonialismo.
El esfuerzo de Haya fue crear, en el marco de la realidad indo-hispánica, una ideología política que se acomodara mejor a nuestras circunstancias espacio-temporales, con la intención de que ella y sus instrumentos de aplicación —los partidos democrático-revolucionarios— tuvieran una articulación en esta parte del Continente para impulsar la lucha antimperialista y antioligárquica y posibilitar el desarrollo socioeconómico.
Con su obsesión de alcanzar “la emancipación mental indoamericana de los moldes y dictados europeos”, Haya de la Torre quiso que el Aprismo fuera, como doctrina política, una línea de interpretación histórica del proceso indoamericano, capaz de descubrir las leyes de su desenvolvimiento social.
Según su propia declaración y no obstantes las distancias que interpuso con el marxismo, afirmó que “el aprismo arranca filosóficamente del determinismo histórico de Marx y de la dialéctica hegeliana adoptada por él para su concepción del mundo”. Y reconoció el principio universal del movimiento dialéctico —permanente cambio y devenir de todas las cosas— pero lo complementó con la noción del “espacio-tiempo histórico indoamericano”, muy distinto del europeo, norteamericano, asiático o africano.
Para Haya, el “tiempo histórico” —diferente del “tiempo cronológico”— no puede medirse con relojes ni calendarios. Cada comunidad humana tiene una diferente percepción del tiempo, puesto que esta es una noción muy relativa: existe un tiempo histórico chino y otro africano, europeo, norteamericano o latinoamericano.