Fue Maquiavelo quien, con su sonriente agudeza, sentenció que solo los príncipes tontos aprenden de la experiencia propia; los inteligentes, colegimos, aprenden de la experiencia de otros y se equivocan menos. Este consejo pareciera haber sido escrito, con casi cinco siglos de anticipación, para las actuales fuerzas políticas de la oposición ecuatoriana. Y es que pareciera, al tiempo que se calienta el escenario electoral 2014, que repetirán las estrategias y errores que produjeron la aplastante derrota electoral y triunfo del oficialismo de febrero de 2013. Básicamente, el error de no haber realizado una lectura correcta del nuevo escenario electoral, marcado por el cambio de las reglas electorales: un nuevo método de asignación de escaños y circunscripciones electorales más pequeñas en las provincias de mayor población. Con estos cambios, Alianza País, como fuerza política dominante, logró una exagerada sobrerrepresentación en la Asamblea Nacional: en promedio, con el 53 por ciento de la votación, Alianza País logró el 73 por ciento de la representación parlamentaria. Se dieron casos impresentables como los de Azuay (56 por ciento de votos; 100 por ciento de escaños), Esmeraldas (47 por ciento de la votación; 75 por ciento de escaños). En las otras circunscripciones la tendencia no fue distinta.
¿Qué aprendizaje para las fuerzas de oposición se desprende de lo anterior? Que en el Ecuador avanzamos a la instauración de un sistema unipartidista. En el mismo, a escala local solo hay posibilidades de representación para un solo grupo adicional al dominante. Únicamente en dos provincias, Chimborazo y Loja, tres grupos lograron representación parlamentaria. En el resto, los escaños fueron para Alianza País y para una fuerza adicional. Por tanto, en el nuevo escenario electoral ecuatoriano ya no hay espacio para el juego de las minorías. La actual composición de la Asamblea Nacional es muestra patética de aquello. Si en las elecciones venideras, los grupos de oposición no aquilatan esta nueva realidad tendremos una nueva derrota de la oposición. Habrá excepciones, claro; pero las excepciones confirmarán la regla.
En síntesis, la manera de contrarrestar la actual fuerza electoral del partido de Gobierno y sus candidatos es la unidad absoluta de las fuerzas que están por fuera del oficialismo. Candidaturas a Alcalde y Prefecto únicas y listas únicas para los concejos cantonales de cada distrito electoral es el único antídoto posible al emergente unipartidismo. Si ello no ocurre y la oposición se dispersa en dos o tres opciones, la fuerza mayoritaria arrasará el próximo febrero. Solo los tontos aprenden de la experiencia propia, decía Maquiavelo. Quienes hoy están listos a aventurarse a la arena electoral deberían estudiar los errores del pasado.