Fidel Castro cumplió 90 años y después de 4 meses se cumplirán 58 de su dictadura. ¿Cuál su legado a los cubanos, latinoamericanos y pueblos del mundo? Esta pregunta interroga a quienes con sus loas a la revolución cubana arrastraron a tantos inocentes, idealistas e inexpertos a convertirse en víctimas o victimarios. Cuba, que era uno de los países más adelantados de América, ahora es uno de los más atrasados, sin embargo que durante un cuarto de siglo la Unión Soviética, en su plan de expansión, le asignó USD 5 000 millones anuales, y después la dictadura chavista cien mil barriles diarios de petróleo.
¿Cómo se explica ese fracaso, sino atribuyéndolo al sistema político que se impuso a los cubanos mediante el terror, el engaño, la absorción de todos los poderes y la eliminación de su alternancia? La euforia que siguió al triunfo contra la brutal y rapaz dictadura determinó que el pueblo aceptara ciegamente el fusilamiento sumario de cientos de acusados de colaborar con Batista, así como el espionaje y control de los Comités de Defensa de la Revolución, la cárcel y el ostracismo de los revolucionarios que discrepaban a los que se llamaba “gusanos”, la supresión de la libertad de prensa y la imposición del partido y del sindicato únicos, es decir, del totalitarismo comunista. Tras la fuga de los beneficiarios de la dictadura extinta, siguió el éxodo masivo de quienes rechazaron la opresión. Cuando dos años después ocurrió el desembarco de Bahía de Cochinos, entre los auténticos demócratas que iban al rescate de su patria, torpemente se había admitido a mercenarios que los desprestigiaron. Estados Unidos que los apoyaba clandestinamente, los abandonó para no ser acusado de invasor. Así, el levantamiento popular esperado no se produjo, tampoco la guerrilla que debía operar en la sierra. El eficiente espionaje y control de los Comités de Defensa de la Revolución logró que en 24 horas se detuvieran cien mil sospechosos.
Después de casi sesenta años los cubanos siguen escapando de su país como de un presidio, sin arredrarse ante el riesgo de muerte de sus hijos y afrontando indecibles humillaciones y sufrimientos, para buscar en otras tierras la libertad y dignidad que la tiranía les niega. Esto no sorprende si recordamos que en 1962, cuando la humanidad estaba al borde del holocausto nuclear, Castro le escribió a Kruschev que su pueblo estaba dispuesto a la inmolación, lo que dejó atónito al ruso que sólo atinó a decir “este hombre está loco”. Ese hombre, con su influencia desencadenó dictaduras que han sumido en el hambre, la enfermedad y el desempleo a varios pueblos; destruido sus instituciones republicanas; arrasado la libertad de prensa; dilapidado y zaqueado la riqueza pública, y empobrecido a esas naciones, mientras otras han alcanzado importantes reformas y beneficios sociales en libertad y gozando de sus derechos.