Las autoridades hidrocarburíferas han expresado su intención de incrementar la producción de crudo, pese al acuerdo de reducción suscrito el año pasado en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). La necesidad de contar con más recursos para aliviar el abultado endeudamiento público y tratar de equilibrar en algo el déficit fiscal puede obligar al país a incumplir ese compromiso, para poder generar fondos para la caja fiscal.
Al revisar las proyecciones que se plantean en la Pro forma 2017 se evidencia que este año habrá una menor producción petrolera, en comparación con el 2016 -debido al compromiso con la OPEP, y eso incidirá en un menor volumen de exportaciones, en 6%.
El compromiso de Ecuador con esa entidad es mantener una producción petrolera de unos 526 000 barriles diarios, hasta mayo del próximo año. Sin embargo, la producción alcanza los 545 000 barriles y, en el caso de que se cumplan las obligaciones con las empresas privadas, ese volumen aún pudiera crecer, con el aumento de las inversiones.
¿Al país le conviene seguir en la OPEP? Si no es de una manera definitiva, al menos separarse transitoriamente podría ayudar a incrementar la producción y aprovechar, por ejemplo, las potencialidades del ITT.
Ecuador ingresó a la OPEP el 19 de noviembre de 1973, un año y cinco meses después de haberse constituido la Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana y decidió abandonar el grupo en noviembre de 1992, durante el gobierno de Sixto Durán Ballén. Entre los argumentos para la salida se mencionaron aspectos de orden económico y además, que el país obtenía escasos beneficios.
Ecuador regresó en octubre del 2007 apoyado por el gobierno de Hugo Chávez y con el compromiso de pagar deudas pendientes que correspondían a cuotas. En esa ocasión se indicó que entre los motivos para retornar era “dejar de lado una visión ideológica neoliberal” y que al estar en la OPEP, el país tendría acceso a “información privilegiada sobre asuntos petroleros”. ¿Valió la pena?.