De la mano de sus presidentes de talante populista, México y Brasil, las economías más grandes de la región, ingresaron en un ciclo de regresión en materia de medio ambiente.
Perjudican a sus países y al vecindario.Será por ignorancia, desinterés o simplemente porque no es su norte, tanto Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de México, quien asumió en diciembre, como Jair Bolsonaro, de Brasil, en funciones desde enero, han demostrado que no se puede contar con ellos para enfrentar los problemas ambientales que impactan a sus países y al mundo.
Los dos gigantes por extensión territorial y tamaño de economía influyen de variadas formas en toda la región, habían dado en el pasado pasos importantes, cada uno a su modo, en eficiencia energética, combate al cambio climático, defensa de bosques y poblaciones indígenas. Todo va camino a desmoronarse.
En los motores ideológicos de estos nuevos gobiernos hay poco espacio para asumir responsabilidades con la presente y futuras generaciones. El gobierno de Brasil, el mayor emisor de América del Sur de gases de efecto invernadero, sostiene que el cambio climático es un tema “secundario”, mientras el de México, el mayor emisor de Meso América, potencia, sin sonrojarse, carbón y gasolina.
AMLO redujo al mínimo el financiamiento de las instituciones ambientales del Estado, ahora con poca influencia y poder, y dejó a la deriva proyectos de conservación e investigación. Además, decidió crear una vía férrea en la Rivera Maya, que tendrá un inmenso impacto en la selva y en milenarias ruinas arqueológicas, y construirá un nuevo aeropuerto ineficiente y contaminante.
Ambos mandatarios, a quienes las instituciones de control incomodan, se muestran sordos ante las advertencias de ambientalistas y científicos. AMLO, por ejemplo, está decidido a construir una refinería, el aeropuerto y la ruta férrea, aún sin tener ni siquiera aprobados estudios de impacto ambiental.
Bolsonaro frenó la posibilidad de entregar más territorios a los indígenas de la Amazonia, pues su idea es extender la frontera agrícola, lo que agravará el nivel de deterioro de esa selva, un auténtico pulmón para el mundo. Además, retiró su intención de patrocinar la Cumbre sobre Cambio Climático de este año y amenazó con abandonar el Acuerdo Climático de París. Otro de sus planes es subastar varios campos marítimos petroleros que, de desarrollarse, impactarán gravemente el entorno de un parque nacional.
AMLO y Bolsonaro, quienes llegaron sus cargos como resultado del hartazgo de los electores con los políticos tradicionales, señalan que lo ambiental no les importa. Una coincidencia más entre mandatarios populistas, adversos a la crítica y dispuestos a políticas que muchas veces riñen con las evidencias. Muy parecidos a Donald Trump.